La relación energética entre Rusia e India ha entrado en una fase de consolidación a pesar de las crecientes presiones de Washington y Bruselas. Según la consultora británica Vortexa, las importaciones de crudo ruso por parte de Nueva Delhi han alcanzado su máximo nivel posible y, en el corto plazo, no hay indicios de que esa tendencia cambie. El motivo es claro: precio, competitividad y seguridad energética.
El peso del crudo ruso en India
En agosto, India importó petróleo ruso por un valor aproximado de 3.400 millones de dólares, acercándose al nivel de compras de China, que ascendieron a 3.640 millones de dólares. Esta cifra refleja cómo Moscú se ha consolidado como un socio indispensable para satisfacer la creciente demanda energética india, un país que depende en gran medida de las importaciones para mantener el pulso de su economía.
Los analistas destacan que renunciar al crudo ruso no es una opción viable para Nueva Delhi, no solo por los costos competitivos, sino porque las exportaciones marítimas rusas ya representan una fracción demasiado significativa del total de hidrocarburos que importa India.
Washington contra Nueva Delhi
Este fortalecimiento energético no ha pasado desapercibido en Estados Unidos. El 6 de agosto, la administración de Donald Trump decidió imponer un arancel adicional del 25% a la compra de crudo ruso por parte de India, lo que llevó las tarifas de exportación indias al 50%. Con esta medida, la Casa Blanca busca desincentivar la dependencia india de Moscú, al tiempo que presiona políticamente en las negociaciones bilaterales de comercio.
Trump ha sido especialmente crítico con Nueva Delhi, acusándola de “haber comprado siempre la mayor parte de su equipo militar a Rusia” y de ser, junto con China, “el mayor comprador de energía rusa”. Para Washington, estas decisiones colocan a India en una posición incómoda en el tablero geopolítico, justo cuando se intentaba consolidar una alianza estratégica para contrarrestar a China en Asia.
El impasse en las negociaciones comerciales
En febrero de este año, tras la visita del primer ministro Narendra Modi a Washington, ambos países anunciaron negociaciones para alcanzar un acuerdo comercial de gran escala, con el objetivo de duplicar el volumen del comercio bilateral hasta los 500.000 millones de dólares en 2030.
Sin embargo, las tensiones por el petróleo ruso ya han tenido consecuencias. La sexta ronda de conversaciones, prevista para el 25 de agosto en Nueva Delhi, fue cancelada tras la creciente fricción en torno a la política energética india. Este retraso refleja que el desequilibrio entre la presión occidental y la necesidad india de mantener relaciones con Rusia no se resolverá fácilmente.
Nueva Delhi, atrapada entre dos mundos
India se encuentra en una situación compleja: por un lado, busca estrechar lazos con Washington para beneficiarse de inversiones y mayor acceso a tecnología; por otro, necesita asegurar un suministro energético estable y accesible, algo que Rusia está en condiciones de garantizar.
El Ministerio de Asuntos Exteriores indio ya ha calificado como “injustificados” los ataques de EE.UU. y la UE a sus importaciones de crudo ruso, defendiendo su autonomía estratégica y su derecho a decidir sobre sus proveedores.
El caso del petróleo ruso en India es una muestra de cómo el orden mundial multipolar avanza, poniendo en jaque los intentos de Occidente por dictar las reglas del comercio global. Nueva Delhi parece decidida a mantener su independencia energética, incluso si eso implica ralentizar acuerdos con Washington.
La incógnita es hasta qué punto EE.UU. está dispuesto a tensionar su relación con India, un socio clave en Asia, en su cruzada por aislar a Rusia. El desenlace aún está abierto, y marcará un precedente para la política energética y comercial en toda la región.
Comments by Tadeo Casteglione