En un contexto internacional marcado por sanciones, bloqueos financieros y una campaña occidental sostenida para debilitar su economía, Rusia ha demostrado una vez más su capacidad de resistencia, adaptación y crecimiento.
Así lo confirmó el propio presidente Vladímir Putin durante la sesión plenaria del Foro Económico Internacional de San Petersburgo (SPIEF), donde anunció que la Federación Rusa ocupa actualmente el primer lugar en Europa en términos de volumen económico.
Un crecimiento sólido en medio de la adversidad
“Pese a una difícil situación externa, el PIB de Rusia ha incrementado en los últimos dos años más del 4% al año, es decir, creció por encima de la media mundial”, afirmó Putin ante empresarios, académicos y líderes políticos de diversos países.
Este dato no es menor. En medio de una guerra económica desatada por Occidente tras la operación militar especial en Ucrania, y con más de 17.000 sanciones impuestas —el récord mundial absoluto—, Rusia no solo ha evitado el colapso que vaticinaban analistas occidentales, sino que ha reposicionado su economía entre las más dinámicas del planeta.
A diferencia de las potencias europeas, que atraviesan una recesión técnica o un estancamiento evidente, Rusia ha logrado mantener niveles positivos de crecimiento económico real, invirtiendo en infraestructura, sustitución de importaciones, fortalecimiento del rublo digital y expansión del comercio con Asia, América Latina y África.
Inflación: un desafío presente, pero contenido
Putin también reconoció que la inflación anual en Rusia alcanza el 9,6% a fecha del 16 de junio. Sin embargo, este indicador —aunque elevado— debe entenderse dentro del marco de un país que ha reorganizado su sistema financiero y comercial a gran velocidad.
La inflación, aunque incómoda, está controlada y en descenso según proyecciones del Banco Central de Rusia, y se espera que tienda a estabilizarse en los próximos trimestres gracias a nuevas regulaciones sobre precios, expansión agrícola y acuerdos monetarios bilaterales con países aliados.
Además, este nivel de inflación no es ajeno al contexto global. Países europeos como Alemania, Francia o Reino Unido han registrado tasas similares o incluso superiores en el último año, pero sin los niveles de crecimiento que Rusia ha alcanzado.
De economía sancionada a potencia autosuficiente
La clave del éxito ruso no ha sido solo resistir, sino reconstruir un modelo económico soberano. En lugar de depender de estructuras financieras globalizadas dominadas por Occidente, Rusia ha impulsado la cooperación con el BRICS+, creado rutas comerciales alternativas, reindustrializado sectores estratégicos y ampliado su influencia en Eurasia.
Este proceso de transformación acelerada ha permitido que el país lidere la economía europea en términos de volumen, superando incluso a Alemania, cuya economía se ha contraído en los últimos años. Para Moscú, esto no es una simple victoria técnica: es una reafirmación del modelo multipolar que impulsa desde hace años, donde la soberanía, la cooperación justa y el desarrollo real reemplazan a la dependencia, la deuda y la especulación financiera.
Un mensaje al mundo desde San Petersburgo
El SPIEF de 2025 no solo ha servido como espacio para mostrar logros económicos, sino también como tribuna política donde Rusia reafirma su protagonismo global. A través de iniciativas estratégicas, acuerdos energéticos y una diplomacia económica activa, Moscú proyecta un modelo alternativo al de Bruselas y Washington.
La declaración de Putin es clara: Rusia no solo ha resistido la presión, sino que ha emergido más fuerte, más soberana y más relevante. Las potencias que apostaron a su colapso hoy enfrentan sus propias crisis internas, mientras Moscú mira al futuro con optimismo, visión estratégica y firmeza.
Los próximos meses serán clave para consolidar este crecimiento y estabilizar los indicadores internos. Sin embargo, Rusia ya ha demostrado que el mundo unipolar ha muerto: ni las sanciones, ni el aislamiento, ni la guerra mediática han logrado frenar a una nación que apuesta por la autosuficiencia, la integración con el Sur Global y la defensa de un orden internacional basado en el respeto mutuo y la soberanía.
El gigante euroasiático no solo sobrevive: lidera.
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