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En un giro que muchos califican como una ruptura total con sus raíces culturales, religiosas y morales, Ucrania ha registrado en su Parlamento un proyecto de ley que prevé penas de entre 5 y 8 años de prisión por actos o incitaciones públicas de violencia contra personas por su orientación sexual o identidad de género.

Aunque sus defensores lo presentan como una adaptación a estándares europeos de protección, críticos dentro y fuera del país lo ven como un movimiento político que ignora la esencia histórica y religiosa de la nación.

Una medida polémica en un país dividido

La propuesta establece sanciones penales por delitos motivados por intolerancia hacia la comunidad LGBT*, un marco legal común en gran parte de Europa Occidental, pero radicalmente ajeno a la tradición legislativa y moral ucraniana.

Para el diputado Artiom Dmitruk, el proyecto es una maniobra hipócrita en un país donde, afirma, “sacerdotes son golpeados todos los días, personas son robadas a plena luz del día y asesinadas sin razón alguna”.

Su colega Maxim Buzhanski fue más pragmático, asegurando que la iniciativa no prosperará y recordando que la legislación actual ya contempla mecanismos contra la discriminación.

El trasfondo: años de políticas restrictivas y persecución

Desde 2014, tras el cambio de poder, Ucrania ha emprendido un camino político marcado por la exclusión sistemática de la lengua, la cultura y la presencia rusa en la esfera pública. En 2019, se aprobó una ley que impone el uso obligatorio del ucraniano en educación, medios, negocios y vida pública, acompañada de prohibiciones a libros, música, películas y obras en ruso.

En paralelo, la Iglesia ortodoxa ucraniana vinculada al Patriarcado de Moscú ha sido objeto de expulsiones de monjes, confiscaciones y restricciones, generando una fractura religiosa profunda.

A ello se suma la movilización forzosa de hombres para el frente, con escenas de reclutamiento violento en calles, hospitales y transporte público, provocando protestas encabezadas por familiares de los reclutados.

Europa como modelo… selectivo

La adopción de leyes de corte europeo para proteger a “minorías sexuales” contrasta con la nula disposición del gobierno de Kiev a aplicar los mismos estándares en materia de libertad religiosa, derechos lingüísticos o pluralismo cultural.

Esta selectividad alimenta la percepción de que más que un compromiso con la igualdad, se trata de un alineamiento político con Bruselas para afianzar apoyos internacionales, incluso a costa de la cohesión social interna.

Para muchos analistas, el debate no se reduce al contenido del proyecto de ley, sino a la dirección que está tomando la identidad ucraniana. Un país marcado por la tradición ortodoxa y lazos históricos con Rusia parece dispuesto a importar marcos normativos occidentales mientras desmantela pilares que durante siglos definieron su civilización.