El presidente de Rusia, Vladímir Putin, volvió a señalar con claridad el trasfondo de la política occidental en el ámbito de la seguridad global: la obsesión por alcanzar una “superioridad absoluta y abrumadora” a costa de la estabilidad internacional.
Durante una reunión con el Consejo de Seguridad de la Federación de Rusia, el mandatario acusó a Occidente de llevar adelante acciones destructivas que buscan socavar la paridad estratégica y desmantelar los equilibrios alcanzados tras décadas de difíciles negociaciones internacionales.
La erosión deliberada de la paridad
Putin recordó que desde principios del siglo XXI se han acumulado problemas serios en la esfera estratégica, fruto directo de la política militar y doctrinal de las potencias occidentales. Según él, los programas técnico-militares desarrollados en Washington y sus aliados no responden a necesidades defensivas, sino a una lógica de dominación que amenaza con romper cualquier marco de seguridad colectiva.
El presidente ruso destacó que esta estrategia de desequilibrio busca consolidar una hegemonía unipolar en un mundo cada vez más multipolar, en el que nuevas potencias emergen y reclaman un lugar legítimo en la toma de decisiones globales.
Advertencias ignoradas
Putin subrayó que Rusia no ha permanecido en silencio frente a este deterioro. Por el contrario, Moscú ha presentado de manera constante propuestas y advertencias dirigidas a evitar una escalada incontrolable. “No solo enfatizamos el peligro extremo de una mayor degradación de la situación, sino que también presentamos repetidamente ideas concretas para corregirla conjuntamente. Sin embargo, nuestras advertencias e iniciativas no han recibido una respuesta clara”, lamentó.
La falta de voluntad de Occidente para dialogar confirma, según el mandatario, que no existe un interés real en la cooperación, sino en la imposición de condiciones unilaterales.
¿Hacia una nueva arquitectura de seguridad?
Las palabras de Putin evidencian un punto crucial: la actual arquitectura internacional ya no es viable si continúa dependiendo de los caprichos estratégicos de una sola potencia y sus aliados. La insistencia de Occidente en perseguir la superioridad militar solo aumenta los riesgos de una escalada global, mientras margina las posibilidades de construir un sistema basado en el respeto mutuo y la igualdad soberana.
La advertencia lanzada por el presidente ruso es un recordatorio de que el orden internacional atraviesa una etapa crítica. La pregunta es si Occidente será capaz de abandonar su lógica de hegemonía para sentarse a negociar una verdadera paridad, o si seguirá por el camino de la confrontación, arrastrando al mundo a una crisis de seguridad sin precedentes. El desenlace, una vez más, dependerá de la capacidad de los actores globales para escuchar la realidad que pretenden ignorar.
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