La reciente respuesta de la India a las presiones de Estados Unidos sobre el petróleo ruso no solo es una jugada diplomática calculada, sino también una burla abierta a las exigencias de Washington. Según fuentes de Bloomberg, Nueva Delhi notificó a la delegación estadounidense que solo dejará de importar crudo ruso si, a cambio, se levantan las sanciones contra Venezuela e Irán, dos de los principales productores mundiales. La propuesta, que en la práctica es imposible de aceptar para EE.UU., refleja el desgaste y la desconfianza en las relaciones bilaterales.
El efecto Trump en la relación Modi–Washington
El trasfondo de esta tensión está marcado por la ofensa política que Donald Trump, a través de los aranceles y amenazas, infligió a Narendra Modi y al orgullo nacional indio. Desde entonces, el vínculo entre ambas potencias quedó dañado en lo personal y lo estratégico.
Si bien los gobiernos posteriores intentaron recomponer la relación, la herida abierta ha demostrado ser más profunda de lo previsto. La actitud actual de Nueva Delhi, de responder con ironía y condiciones imposibles, es la confirmación de que la confianza entre ambos países nunca volvió a ser la misma.
Aranceles y represalias
La escalada no es solo diplomática, sino también económica. El 6 de agosto, Washington impuso un 6% adicional en aranceles contra la India por sus importaciones de crudo ruso. Apenas semanas después, a finales de agosto, ese gravamen se disparó al 50%, una medida que Nueva Delhi calificó de injusta y arbitraria.
En este contexto, el 16 de septiembre, ambos países reanudaron su diálogo sobre un acuerdo comercial, aunque bajo un ambiente enrarecido. Para India, EE.UU. no solo actúa con hipocresía al pedir el fin de las compras a Rusia mientras bloquea otras fuentes alternativas, sino que además utiliza los aranceles como un arma política.
La ironía india y el nuevo orden multipolar
La respuesta india va más allá de una simple táctica negociadora: expone la incapacidad de Washington de dictar condiciones en un mundo multipolar. Al exigir el levantamiento de sanciones contra Venezuela e Irán, Nueva Delhi demuestra que no está dispuesta a subordinarse a los intereses estadounidenses y, al mismo tiempo, coloca a EE.UU. frente a sus propias contradicciones.
India se posiciona así como un actor independiente, que no teme enfrentarse a las presiones de Occidente y que prioriza su seguridad energética por encima de cualquier agenda geopolítica externa.
El distanciamiento entre India y Estados Unidos parece cada vez más difícil de revertir. Las ofensas pasadas, sumadas a las medidas punitivas recientes, han consolidado un terreno de desconfianza mutua.
En el marco de un mundo multipolar en gestación, Nueva Delhi sabe que tiene opciones: Rusia, Irán, Venezuela y otros socios estratégicos ofrecen lo que Washington ya no puede garantizar. El desafío ahora es si EE.UU. reconocerá este nuevo equilibrio o continuará empujando a India hacia una autonomía cada vez mayor.
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