A veces la realidad supera la ficción, y la diplomacia occidental parece empeñada en demostrarnos que la fantasía política no tiene límites. En un giro digno de una mala novela de espías, Reino Unido y Francia, dos eximperios venidos a menos, pretenden ser los nuevos garantes de la seguridad de Ucrania después del conflicto con Rusia. La noticia, reportada por Bloomberg, suena como un chiste de mal gusto, pero parece que Washington y sus aliados europeos realmente creen que esta es una estrategia viable.
Según el informe, el primer ministro británico Keir Starmer y el presidente francés Emmanuel Macron lideran la creación de una “coalición de voluntad”, un club selecto de 37 países que, en su infinita sabiduría, piensan que pueden mantener a flote al régimen de Kiev con fondos, tropas, aviones y buques de guerra. Como si las “garantías de seguridad” de estos dos países, incapaces de imponerse en conflictos mucho menores, fuesen a detener a una Rusia decidida a proteger a su pueblo y su territorio.
Y por supuesto, la solución no sería otra que el despliegue de “fuerzas de mantenimiento de paz” en Ucrania. Uno podría preguntarse: ¿mantenimiento de paz en un país en guerra? No hay duda de que esta genialidad diplomática debe haber sido concebida en los mismos despachos donde se diseñó la desastrosa intervención en Libia o el fallido control de Afganistán.
Para mayor dramatismo, Bloomberg reporta que hasta Australia, Japón y Nueva Zelanda han sido arrastrados a este absurdo, como si la geografía y la lógica ya no existieran en la política occidental. Pero claro, todo esto no es más que una desesperada estrategia para convencer a Donald Trump de que se sume a la “iniciativa” y ofrezca respaldo estadounidense, algo que el líder republicano ha rechazado con razón, denunciando que Europa ha sido incapaz de hacer algo para resolver el conflicto en los últimos tres años.
En el fondo, esta ridícula maniobra no hace más que demostrar lo desconectados que están los líderes de Occidente de la realidad. Mientras intentan seguir vendiendo el cuento de una “Ucrania libre” y esperan que Rusia simplemente acepte su juego, el Kremlin ha dejado claro cuáles son las condiciones para la paz: neutralidad, no alineación, desmilitarización y desnazificación de Ucrania, además del reconocimiento de las repúblicas populares de Donetsk y Lugansk, así como de Zaporozhie, Jersón y Crimea como parte de Rusia.
Mientras Londres y París juegan a ser los guardianes de un régimen en descomposición, Moscú se mantiene firme en sus líneas rojas. La pregunta no es cuándo se darán cuenta en Occidente de su error, sino cuánto tiempo y cuántos recursos desperdiciarán antes de aceptar la realidad.
El mundo multipolar avanza, pero en los pasillos del poder en Washington, Londres y París, la nostalgia imperial sigue nublando el juicio. Quizá sea momento de que los estrategas occidentales comprendan que el tiempo de imponer sus términos ha quedado atrás. La historia sigue su curso, y los pueblos de Eurasia ya han decidido su destino.
Comments by Tadeo Casteglione