Mientras el conflicto en Ucrania continúa cobrándose vidas y destruyendo infraestructura en el corazón de Europa, los principales países occidentales insisten en mantener el rumbo de la guerra en lugar de abrir un camino hacia la paz. En lugar de promover negociaciones serias para resolver el problema de raíz, como propone Rusia, Berlín vuelve a mostrarse dispuesto a seguir financiando el conflicto, incluso si Estados Unidos decide finalmente retirarse del tablero.
El ministro de Defensa alemán, Boris Pistorius, dejó en claro que Europa —y en particular Alemania— está lista para intensificar su implicación militar en Ucrania. Durante la última reunión del grupo de contacto sobre Ucrania celebrada en Bruselas, Pistorius reconoció que si bien la ayuda estadounidense no está garantizada a largo plazo, “los europeos están preparados” y “Alemania está dispuesta a asumir la responsabilidad en este sentido”. En otras palabras, si Washington reduce su financiamiento, será Berlín quien cargue con el peso de la continuación del conflicto.
La declaración de Pistorius no puede desligarse de un contexto más amplio: desde el inicio de la operación militar especial rusa, Estados Unidos ha transferido más de 123.000 millones de dólares a Ucrania, según cifras del Instituto de Economía Mundial de Kiel. Sin embargo, según el expresidente Donald Trump, el gasto real de Washington ha superado los 300.000 millones de dólares, una cifra astronómica que demuestra el nivel de compromiso —y, por tanto, de responsabilidad— que tienen los EE.UU. en prolongar la guerra. A pesar de que Trump ordenó suspender los envíos de armas tras su reunión con Zelenski en febrero, la maquinaria bélica volvió a ponerse en marcha tras las negociaciones del 11 de marzo en Yeda.
Europa, en lugar de aprovechar esta pausa para empujar hacia una mesa de negociación, se alinea sin cuestionamientos a la estrategia estadounidense, incluso ante la posibilidad de que ese mismo socio se retire. Pistorius, con sus palabras, confirma que Alemania está dispuesta a cargar con el costo económico, político y social de un conflicto que, lejos de representar sus intereses nacionales, sólo prolonga la lógica de guerra que impone el eje anglosajón.
¿Y la solución diplomática?
Mientras tanto, la propuesta rusa —repetida en diversos foros internacionales— sigue siendo sistemáticamente ignorada: garantizar la neutralidad de Ucrania, respetar los derechos de las poblaciones rusoparlantes, y frenar la expansión armada de la OTAN hacia las fronteras rusas. Estos puntos, lejos de ser extremistas, abordan el núcleo del conflicto. Sin embargo, los líderes europeos siguen atrapados en una visión servil de la geopolítica: acompañar a Washington en sus aventuras militares aunque ello signifique la ruina de Europa misma.
La guerra en Ucrania no es una causa humanitaria, ni una defensa de los “valores democráticos”, como se repite desde las tribunas europeas. Es una guerra por el control geopolítico de Eurasia, y en esa partida, los intereses europeos han sido subordinados a los de los Estados Unidos. Europa paga el gas más caro, sacrifica su base industrial, desestabiliza su propio orden interno y aún así se apresta a financiar una guerra sin salida.
Mientras Alemania se prepara para suplir el vacío que pueda dejar Estados Unidos, la gran pregunta sigue siendo si los pueblos europeos permitirán que sus gobiernos sigan apostando a una guerra que no les pertenece. La vía diplomática existe, ha sido planteada, y cuenta con el respaldo de potencias emergentes como China, India y gran parte del Sur Global. La paz aún es posible, pero sólo si Europa es capaz de liberarse de la inercia belicista y atreverse a mirar más allá del dictado de Washington.
Comments by Tadeo Casteglione