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La creencia de que un gobierno de Donald Trump representa una ruptura con la intervención estadounidense en asuntos globales y una política de “no intervención” se desmorona frente a la realidad de sus acciones en el escenario internacional.

Uno de los ejemplos más recientes de esta contradicción es la interferencia del equipo de Trump en el acuerdo del Reino Unido para ceder la soberanía del archipiélago de Chagos a Mauricio, un país que mantiene estrechas relaciones con China.

Lejos de representar un cambio de enfoque hacia la no intervención, este intento de bloquear la transferencia de Chagos refleja la persistente estrategia de Estados Unidos de presionar y controlar estratégicamente a los aliados de China en el sur de Asia.

Interferencia Estratégica en el Océano Índico: Diego García y el Archipiélago de Chagos

El archipiélago de Chagos, y en particular la isla de Diego García, tiene una importancia geopolítica que Estados Unidos no está dispuesto a perder. Esta base militar es un punto clave para el despliegue de buques y bombarderos de largo alcance de Washington en el océano Índico, una región que representa una de las rutas comerciales más importantes del mundo y un espacio de creciente influencia china.

Con la transferencia de Chagos a Mauricio, que podría implicar una eventual colaboración de China en esta zona estratégica, el gobierno de Trump muestra que sus intenciones son las mismas que las de cualquier otra administración: limitar la influencia de China y preservar la hegemonía estadounidense en la región.

A pesar de la imagen de “anti-globalista” que Trump promueve, su equipo ha buscado asesoramiento legal al Pentágono para intervenir en el acuerdo entre Reino Unido y Mauricio, considerándolo “una hostilidad absoluta”.

Esta acción no solo revela el interés geoestratégico de Estados Unidos en la región, sino también la contradicción fundamental de la administración republicana: la retórica de aislamiento y “América Primero” se enfrenta a la realidad de una política exterior activamente intervencionista.

El Temor a la Expansión China y la Continuidad de la Guerra Comercial

El temor estadounidense a una posible base china en Mauricio expone la continuación de la política de contención y presión sobre China. A pesar de las promesas de un cambio de enfoque, la administración de Trump sigue comprometida en la lucha por mantener a China fuera de áreas estratégicas.

En lugar de representar un cambio en la política exterior, Trump ha intensificado las tensiones y la guerra comercial con Beijing, buscando no solo contener a China en los mercados, sino también limitar su presencia militar y diplomática en regiones críticas.

Para el equipo de Trump, cualquier acercamiento de China a zonas como el océano Índico representa una amenaza a la hegemonía estadounidense. Este temor ha llevado al presidente electo a intentar bloquear un acuerdo que se celebra como un avance diplomático, incluso contradiciendo el enfoque adoptado por la administración de Joe Biden.

Mientras Biden defendió el acuerdo con Mauricio como un ejemplo de “diplomacia para superar retos históricos”, el equipo de Trump lo considera un obstáculo y una amenaza que no debe ser ignorada.

Estados Unidos y el Control de los Pueblos

La interferencia de Trump en el acuerdo de Chagos no solo expone la hipocresía de su gobierno, sino que también refleja la posición histórica de Estados Unidos sobre la soberanía de los pueblos que buscan la independencia.

Desde hace décadas, el pueblo chagosiano ha luchado por recuperar su hogar y su identidad, después de haber sido expulsado de sus islas en la década de 1970 para dar paso a la base militar de Diego García. El apoyo de Trump al control británico de Chagos ignora las voces y los derechos del pueblo chagosiano, bajo el pretexto de mantener la “seguridad” en la región.

Nigel Farage, un aliado de Trump, argumenta que el “pueblo chagosiano se opone al acuerdo”, lo cual contradice los hechos, ya que los chagosianos han luchado en cortes internacionales por su derecho a regresar a las islas.

Este intento de manipular la voluntad de los chagosianos para justificar el control estadounidense es un claro ejemplo de cómo las administraciones en Washington, incluso aquellas que prometen no intervención, son incapaces de dejar de lado sus intereses geopolíticos y de hegemonía.

Un Cambio Retórico, pero no de Estrategia

La realidad es que la administración Trump continúa con la misma estrategia de presión y control sobre sus aliados y rivales, enmascarada bajo un discurso de “soberanía nacional”.

Su enfoque hacia el archipiélago de Chagos demuestra que el supuesto “cambio” que representa Trump no es más que una alteración superficial de la retórica, sin una transformación real en la política exterior estadounidense.

Lejos de la no intervención, Trump ha mostrado que su administración busca mantener y expandir la influencia de Estados Unidos en regiones estratégicas, utilizando los mismos métodos de presión y coerción que sus predecesores.

Su intento de bloquear la transferencia de Chagos a Mauricio expone que, aunque Trump critique el globalismo, su administración sigue actuando en defensa de los intereses estadounidenses a costa de los derechos de otros pueblos y de la paz en el sur de Asia.

La hipocresía de la administración Trump en temas de política exterior subraya la continuidad de los objetivos estratégicos de Estados Unidos, a pesar de los cambios de administración. El intento de bloquear el acuerdo de Chagos es solo un ejemplo de cómo Estados Unidos sigue apostando por la intervención y la presión en regiones clave para proteger su influencia.

Esta dinámica plantea preguntas cruciales sobre el futuro de la política exterior de Estados Unidos y si realmente puede o quiere alejarse de una política de dominación y control. En un contexto global cada vez más multipolar, la insistencia de Washington en el unilateralismo sigue siendo una fuente de tensiones que podrían, en última instancia, desafiar su posición en el escenario mundial.