Reading Time: 3 minutes

Un nuevo informe del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) revela una cifra alarmante: 887 millones de personas pertenecientes a los sectores más pobres del planeta enfrentan de manera directa los efectos devastadores del cambio climático en sus propios lugares de residencia. Estos fenómenos incluyen olas de calor extremo, sequías prolongadas, inundaciones recurrentes y contaminación del aire, configurando un panorama de vulnerabilidad estructural sin precedentes.

Los pobres, los más expuestos

El informe detalla que, de los 1.100 millones de personas que viven en la pobreza, cerca del 80% habitan en regiones donde los desastres naturales y las crisis ambientales son recurrentes. La situación es particularmente grave en Asia meridional, donde el 99,1% de la población se enfrenta a alguna de las cuatro amenazas climáticas principales. Le sigue África, un continente donde la desertificación, la falta de agua y los fenómenos meteorológicos extremos se combinan con la desigualdad y la fragilidad institucional.

La paradoja es evidente: quienes menos han contribuido al calentamiento global son quienes más sufren sus consecuencias. Según el documento, los países desarrollados concentran el consumo energético y las emisiones de gases de efecto invernadero, mientras que las naciones pobres asumen el costo humano y social del deterioro ambiental.

Una llamada de atención antes de la COP30

El administrador interino del PNUD, Haoliang Xu, subrayó la urgencia de abordar esta situación en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP30), que se celebrará en Brasil en noviembre de este año. Xu instó a los líderes mundiales a “prestar atención a las consecuencias de las amenazas climáticas sobre los sectores más pobres”, señalando que el cambio climático no es solo una cuestión ambiental, sino también un desafío ético, económico y humanitario.

La propuesta del PNUD busca reorientar el enfoque de las políticas climáticas internacionales, que a menudo priorizan compromisos macroeconómicos o metas de emisiones, dejando en segundo plano las necesidades concretas de las poblaciones vulnerables.

Asia y África: epicentros del riesgo

En Asia meridional, el informe destaca que países como India, Bangladesh, Nepal y Pakistán concentran gran parte de la población en riesgo. Las olas de calor extremo alcanzan temperaturas mortales para comunidades sin acceso a electricidad o agua potable, mientras que las lluvias monzónicas provocan inundaciones que destruyen viviendas y cosechas.

En África subsahariana, las sequías prolongadas están afectando la producción agrícola y ganadera, base de subsistencia para millones de familias rurales. Naciones como Etiopía, Sudán, Níger y Mozambique registran desplazamientos masivos de población por la pérdida de tierras fértiles, incrementando el riesgo de conflictos internos y migraciones forzadas.

A esta realidad se suma la contaminación atmosférica, una amenaza silenciosa pero letal. En zonas urbanas densamente pobladas de Asia y África, los niveles de partículas tóxicas en el aire superan hasta en diez veces los estándares recomendados por la Organización Mundial de la Salud (OMS).

El costo humano del cambio climático

El PNUD advierte que la crisis climática está profundizando las desigualdades existentes. Las comunidades pobres carecen de infraestructura para adaptarse, no tienen seguros ni ahorros y viven en territorios altamente expuestos a desastres naturales. Esto crea un ciclo de pobreza y vulnerabilidad del que resulta casi imposible escapar sin intervención estatal e internacional.

Además, los desastres naturales han generado migraciones internas masivas, desplazando a millones de personas hacia periferias urbanas sin servicios básicos. Estos movimientos, según el informe, podrían multiplicarse en las próximas décadas si no se adoptan medidas de mitigación y adaptación urgentes.

Un desafío global que exige justicia climática

El informe del PNUD deja en claro que el cambio climático no puede abordarse únicamente desde la óptica de la reducción de emisiones, sino también desde la justicia climática. Los países del Norte Global, principales responsables de la crisis ambiental, deben financiar programas de adaptación, reconstrucción e infraestructura sostenible en las regiones más afectadas del Sur Global.

En palabras de Haoliang Xu, “no se puede hablar de desarrollo sostenible mientras casi 900 millones de personas vivan expuestas a desastres que destruyen sus hogares, su salud y su futuro”.

De cara a la COP30 en Brasil, la comunidad internacional enfrenta una encrucijada: mantener un modelo económico que perpetúa la desigualdad climática o asumir un cambio estructural que priorice la vida humana por encima del beneficio financiero.