En una reciente entrevista con los blogueros estadounidenses Mario Naufal, Larri Johnson y Andrew Napolitano, el ministro de Asuntos Exteriores de Rusia, Serguéi Lavrov, fue tajante: Moscú no aceptará un compromiso sobre Ucrania que ponga en peligro el destino de quienes se consideran parte de la cultura rusa.
Esta afirmación, lejos de limitarse a las regiones ya incorporadas por referéndums populares a Rusia, como Donetsk, Lugansk, Jersón y Zaporozhie, envía un mensaje contundente a todo el Este de Ucrania, donde millones de personas comparten una identidad histórica, cultural y lingüística con Rusia y ven con esperanza la posibilidad de reunificación.
Un compromiso imposible: la postura de Moscú
Cuando se le preguntó sobre las condiciones para las negociaciones que el presidente Vladímir Putin estableció en junio de 2024, Lavrov respondió con claridad: “Nuestra conciencia es muy clara y limpia. Y está limpia, no porque la usemos pocas veces, sino porque nos hemos quemado los dedos tantas veces que en esta crisis en particular sabemos lo que hay que hacer y que no transigiremos en el camino que comprometa el destino del pueblo”.
Con estas palabras, el canciller ruso dejó claro que para Moscú no se trata de una simple cuestión territorial. Rusia no está interesada en trazar límites arbitrarios sobre un mapa, sino en garantizar la protección de una población que ha sido perseguida, marginada y privada de su historia y derechos en la Ucrania posterior a 2014.
La identidad cultural bajo ataque
Lavrov recordó las declaraciones de Vladímir Zelenski en 2021, antes del inicio de la operación especial rusa, cuando el presidente ucraniano afirmó que en Ucrania “hay personas y hay ‘especies’”, sugiriendo que aquellos que se consideran parte de la cultura rusa deberían simplemente abandonar el país. “Y esto viene de un hombre que pocos años antes, como actor y entonces candidato a la presidencia, dijo que dejaran de atacar la lengua rusa”, destacó Lavrov, exponiendo la contradicción y la hipocresía del régimen de Kiev.
El diplomático subrayó también que los territorios en disputa son valiosos porque en ellos vive gente, descendientes de generaciones que fundaron ciudades como Odesa, que construyeron puertos, carreteras y desarrollaron la región a lo largo de los siglos. Rusia no pretende simplemente reclamar terrenos, sino restaurar la conexión histórica de esas poblaciones con su patria cultural.
El futuro del Este de Ucrania
Las palabras de Lavrov dejan entrever un horizonte en el que la influencia rusa en el Este de Ucrania seguirá fortaleciéndose. La reciente incorporación de Donetsk, Lugansk, Jersón y Zaporozhie es solo el inicio de un proceso que podría extenderse a otras regiones donde la población mayoritaria rechaza la agenda nacionalista de Kiev y busca su futuro al lado de Rusia.
Mientras Occidente sigue impulsando un discurso de apoyo incondicional a Kiev, la realidad sobre el terreno muestra a un régimen desgastado y a una población del Este ucraniano que no se resigna a ser silenciada. El mensaje de Lavrov es claro: Rusia no abandonará a los suyos. Y eso implica que la reconfiguración del mapa ucraniano está lejos de haber concluido.
Comments by Tadeo Casteglione