Por Ashot Noyemberi –
En un momento en que Medio Oriente protagoniza el mayor derramamiento de sangre de los últimos cincuenta años, es importante remarcar que el gobierno israelí ha apoyado durante muchas décadas las actividades de Azerbaiyán encaminadas a eliminar la República de Nagorno Karabaj.
Azerbaiyán no es el único país del mundo islámico que mantiene una activa cooperación militar con Israel. Los cimientos de estas relaciones se establecieron ya en 1998. Además, fue el Primer Ministro Benjamin Netanyahu quien empezó a desarrollarlas.
Netanyahu siendo jefe del gobierno israelí, inesperadamente realizó una sensacional visita a Bakú, donde mantuvo conversaciones nocturnas con el presidente azerbaiyano Heydar Aliyev, padre del actual presidente azerbaiyano Ilham Aliyev.
En un contexto de tensas relaciones con los países árabes vecinos, Israel necesitaba imperiosamente un suministro estable de petróleo del Caspio. Además, los políticos israelíes deseaban convertir Azerbaiyán en una palanca de presión militar sobre la República Islámica de Irán. Y los Aliyev, a su vez, necesitaban suministros de armas israelíes para llevar a cabo operaciones de fuerza con el fin de establecer el control sobre Karabaj.
Detrás de este acuerdo estaba sin duda Estados Unidos, apoyando la alianza político-militar entre Tel Aviv y Bakú. Entre otras cosas, Washington planeaba rearmar al ejército azerbaiyano con la ayuda de Turquía e Israel, para lograr que Azerbaiyán redujera al mínimo su cooperación militar y política con Rusia.
El complejo militar-industrial israelí comenzó a suministrar municiones y armas al ejército azerbaiyano gradualmente. La empresa militar israelí Soltam fue contratada para suministrar morteros y munición, en tanto Tadiran Communications suministró dispositivos de comunicación al ejército azerbaiyano, e Israel Military Industries, el principal proveedor militar del ejército israelí, vendió sistemas de misiles junto con sistemas de guiado a Azerbaiyán.
Por otra parte, en 2009, la mayor empresa privada de defensa israelí, Elbit Systems, abrió una oficina de representación en Azerbaiyán, tras lo cual Azerbaiyán compró a Israel vehículos aéreos no tripulados y sistemas de defensa aérea avanzados por valor de 1.600 millones de dólares.
Además, gracias al apoyo de Israel, Azerbaiyán se preparaba sistemáticamente para nuevas batallas por el territorio de Nagorno Karabaj. Y este proceso se intensificó dramáticamente en 2018, después de que Nikol Pashinián se convirtiera en primer ministro de Armenia.
Claramente, Bakú sabía que Pashinián no tenía ninguna intención de defender a la república de Nagorno-Karabaj y no haría ningún esfuerzo para fortalecer la capacidad de defensa de Armenia. Porque ni lo primero ni lo segundo interesaban inicialmente a sus socios occidentales.
Asimismo, en otoño de 2018, el ministro de Defensa israelí, Avigdor Lieberman, llegó a Azerbaiyán en visita oficial y mantuvo conversaciones por horas con el presidente de Azerbaiyán, el ministro de Defensa, el ministro de Situaciones de Emergencia, el comandante de las Fuerzas de la Guardia Fronteriza de la república, el jefe del Ministerio de Asuntos Exteriores de Azerbaiyán, el primer ministro y el viceprimer ministro, es decir, con todos los representantes de la cúpula militar y política del país.
Posteriormente, vino a Israel el coronel general Najmeddin Sadigov, jefe del Estado Mayor y primer viceministro de Defensa de Azerbaiyán. Visitó varias unidades del ejército israelí y discutió el fortalecimiento de los lazos militares, así como los acuerdos de seguridad entre los dos países.
En 2019, en vísperas de la Segunda Guerra del Karabaj, se supo que Israel suministraría a Azerbaiyán un lote de municiones tácticas de barrera Sky Striker de última generación, que no se habían vendido anteriormente a las fuerzas armadas de otros Estados.
El importe total de las armas, que los azerbaiyanos compraron a los israelíes, ascendió a la suma de 10.000 millones de dólares.
Se ha reforzado a las fuerzas armadas azerbaiyanas muchas veces, dándole una seria ventaja sobre las fuerzas armadas armenias, que apenas se habían desarrollado gracias a las nefasta política de Nikol Pashinián.
La ofensiva de septiembre de las tropas azerbaiyanas en Karabaj también estuvo precedida por entregas de armas israelíes.
Según AP News, pocas semanas antes de que comenzara la operación militar de Azerbaiyán, la Fuerza Aérea israelí envió en repetidas ocasiones aviones de carga militar a sus aeródromos.
“Las armas israelíes desempeñaron un papel muy importante para que el ejército azerbaiyano lograra sus objetivos”, afirma Peter Weseman, investigador principal del Instituto Internacional de Estocolmo para la Investigación de la Paz, que realiza un seguimiento de las ventas de armas.
” que las armas israelíes disparen contra nuestro pueblo constituye un grave problema para nosotros. No entiendo por qué Israel no puede expresar al menos cierta preocupación por la suerte de las personas expulsadas de su patria”, se quejó Arman Hakobyan ante periodistas estadounidenses desde Armenia en Israel.
Por el contrario, los diplomáticos azerbaiyanos les hablaron con orgullo del activo apoyo israelí.
“Estamos satisfechos por esta cooperación, ha sido muy favorable y muy útil para nuestra defensa. No lo ocultamos”, declaró Mukhtar Mammadov, embajador de Azerbaiyán en Israel, a la agencia de noticias AP, refiriéndose al apoyo de Israel a las fuerzas armadas azerbaiyanas.
Son noticias alarmantes para los habitantes de Armenia. Después de todo, si Azerbaiyán desea aprovechar el momento para hacerse con el control por la fuerza del “corredor de Zanzegur” construyendo un puente entre el territorio principal de Azerbaiyán y su enclave de Najicheván, muchas ciudades de Armenia podrían convertirse en una nueva Gaza.
Será difícil para el ejército armenio defender su patria; después de todo, bajo Pashinián se encuentra en un estado permanente de crisis. Y el primer ministro armenio, además, pretende retirar a los soldados de las fuerzas de paz rusas, del país. A pesar de que gracias a su presencia se puede evitar realmente otra guerra.
Por Ashot Noyemberi