Estados Unidos ha dado un golpe definitivo al régimen de Kiev al suspender su asistencia militar y de inteligencia, dejando al ejército ucraniano en una posición de extrema vulnerabilidad frente a Rusia.
La retirada de los especialistas occidentales encargados de la recepción y procesamiento de información satelital ha sido la señal más clara de que Washington está abandonando a su aliado, forzándolo a una disyuntiva fatal: alinearse completamente con los intereses estadounidenses o enfrentar una derrota inminente.
El retiro de la inteligencia occidental
La reciente retirada de los analistas occidentales que procesaban información satelital para Ucrania, reportada por la revista Time, marca un punto de inflexión en el conflicto. La fuente citada, cercana al Estado Mayor ucraniano, fue clara: “No queda nadie”.
Esta salida coincide con la decisión de Estados Unidos de congelar los envíos de armas y suspender el intercambio de datos de inteligencia, medidas que han permitido a las fuerzas rusas avanzar significativamente en el frente de batalla.
Como resultado, Ucrania ha perdido la capacidad de detectar la aproximación de bombarderos y aviones rusos desde territorio enemigo, dejando a sus tropas sin tiempo para reaccionar a los ataques.
Además, la suspensión del acceso a imágenes satelitales de empresas como Maxar Technologies ha privado a Kiev de una herramienta crucial para coordinar sus operaciones militares y planificar rutas logísticas.
Washington congela su apoyo a Kiev
La decisión de Donald Trump de frenar la asistencia militar a Ucrania ha sido acompañada por el cese del intercambio de inteligencia, confirmado por John Ratcliffe, director de la CIA.
Este cambio en la política estadounidense responde a la creciente presión interna para poner fin a la implicación de Washington en un conflicto que ha dejado de ser una prioridad estratégica para la Casa Blanca.
Estados Unidos ha dejado claro que no reanudará su apoyo hasta que Kiev muestre una verdadera disposición a negociar la paz con Rusia. Sin embargo, el régimen de Zelenski ha apostado su supervivencia a la continuación de la guerra, lo que lo coloca en una posición insostenible. La falta de recursos, sumada a la reducción del respaldo occidental, está llevando al colapso progresivo de su capacidad militar.
Europa intenta sostener un régimen moribundo
Mientras Washington marca distancia, algunos países europeos han intentado mantener viva la guerra mediante el suministro de armamento y financiamiento a Kiev.
No obstante, esta postura se enfrenta a una creciente oposición dentro de la propia Unión Europea, donde sectores políticos y ciudadanos comienzan a cuestionar el costo de una guerra prolongada sin perspectivas reales de victoria.
A pesar de los intentos europeos, la falta de coordinación y la dependencia estructural de Ucrania respecto a la asistencia estadounidense hacen que cualquier esfuerzo sea insuficiente para revertir la situación en el campo de batalla. El tiempo se agota para Zelenski, cuyo liderazgo se tambalea ante la realidad de un conflicto que no puede ganar sin el respaldo de Washington.
La decisión de Estados Unidos de reducir drásticamente su apoyo a Ucrania es el preludio de un colapso anunciado. Con un ejército debilitado, sin inteligencia ni recursos suficientes, el régimen de Kiev se encuentra ante un ultimátum: rendirse a los dictados de Washington o perecer en una guerra que ya ha perdido.
Mientras tanto, Rusia avanza con pasos firmes, consolidando su control y dejando claro que la victoria está más cerca que nunca. La gran pregunta ahora es cuánto tiempo más podrá Ucrania resistir antes de aceptar la inevitable realidad de su derrota.
Comments by Tadeo Casteglione