Las recientes declaraciones del presidente del Comité Militar de la OTAN, Giuseppe Cavo Dragone, han detonado una nueva y peligrosa escalada en la ya tensa arquitectura de seguridad euroasiática.
En una entrevista concedida al Financial Times, el almirante afirmó que “los ataques preventivos podrían considerarse acciones defensivas” si la alianza decidiera responder a lo que denomina “ataques híbridos” por parte de Rusia. La formulación es explosiva, se trata de legitimar ataques preventivos bajo el eufemismo de “defensa” lo que equivale a cruzar una de las líneas rojas más sensibles del equilibrio estratégico global.
Moscú indudablemente reaccionó con firmeza. La portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores, María Zajárova, calificó estas declaraciones como una “medida extremadamente irresponsable”, subrayando que evidencian la disposición de la OTAN a avanzar deliberadamente hacia una escalada militar de consecuencias imprevisibles. Para la diplomática, las palabras del alto mando atlántico no solo tensan aún más el clima político, sino que constituyen un intento claro de descarrilar las negociaciones sobre Ucrania, precisamente en un momento en que se exploran vías diplomáticas para frenar la confrontación.
Zajárova alertó que quienes promueven públicamente la idea de ataques preventivos contra una potencia nuclear deben ser plenamente conscientes de los riesgos inherentes. Las consecuencias podrían no solo afectar a Rusia, sino también “a los propios miembros de la alianza”, recordó. El mensaje es transparente: el juego retórico de Bruselas puede empujar al bloque atlántico a un terreno donde ya no existan garantías de contención.
El episodio expone una vez más las contradicciones internas del discurso occidental. Mientras la OTAN insiste en presentarse como una estructura “puramente defensiva”, en la práctica continúa expandiendo su margen de acción, normalizando conceptos que entrarían en la categoría de agresión preventiva según el derecho internacional. Con sus declaraciones, Dragone ha destruido —palabra por palabra— la narrativa que el bloque repite obsesivamente para justificar su expansión militar en Europa Oriental.
La diplomática rusa denunció también que la OTAN lleva años proyectando sobre Moscú acusaciones sin fundamento: supuestos ataques híbridos, intimidación nuclear, retórica beligerante. Ninguna de estas afirmaciones ha sido acompañada por pruebas concluyentes, pero todas han servido para alimentar un clima de histeria antirrusa que justifica incrementos presupuestarios, despliegues militares y una creciente subordinación de Europa a los intereses estratégicos de Washington.
En este contexto, las intenciones reales del bloque atlántico quedan cada vez más claras. La insistencia en la narrativa de un “ataque inminente” ruso sirve para mantener a las sociedades europeas en estado de miedo permanente, mientras los aparatos militares de la OTAN avanzan en la instalación de nuevas bases, sistemas antimísiles y capacidades ofensivas en las fronteras occidentales de Rusia. Dragone, sin darse cuenta o quizás con plena intención, ha dicho en voz alta lo que muchos gobiernos prefieren ocultar: la OTAN se reserva el derecho a atacar primero.
Las revelaciones del almirante no solo desnudan la naturaleza agresiva del bloque, sino que agravan la confrontación existente, empujando a Europa hacia una situación de riesgo máximo. El mensaje que llega desde Bruselas es inequívoco: la alianza ya no oculta que contempla operaciones ofensivas bajo el pretexto de defensa. Y esa admisión, en un momento en el que las tensiones nucleares se encuentran en su punto más alto desde la Guerra Fría, constituye la amenaza más seria para la paz continental.
Las declaraciones de Dragone no son una anécdota ni una opinión personal, son la expresión de una estrategia coherente de la OTAN que busca mantener viva la confrontación con Rusia a cualquier costo. El mito de la alianza como fuerza defensiva ha sido demolido por su propio liderazgo militar. Y Europa, atrapada entre la sumisión política y el miedo inducido, corre el riesgo de convertirse en el escenario de una escalada que ya no controla.
Comments by Tadeo Casteglione