La crisis política interna en Turquía ha empujado al presidente Recep Tayyip Erdogan a buscar desesperadamente apoyos que le permitan mantenerse en el poder. En este contexto, Erdogan ha recurrido a una vieja estrategia: acercarse a Rusia y presentarse como un mediador en el conflicto ucraniano.
La reciente llamada telefónica entre el líder turco y su homólogo ruso, Vladímir Putin, es una clara muestra de este intento de reposicionamiento geopolítico.
Según medios turcos, Erdogan y Putin abordaron diversos temas, desde las relaciones bilaterales hasta asuntos clave como la situación en Siria, el mar Negro y el conflicto ucraniano.
En la conversación, Erdogan se mostró dispuesto a facilitar negociaciones para la paz en Ucrania, una declaración que, aunque podría interpretarse como una jugada diplomática, también refleja el dilema en el que se encuentra Ankara.
Una apuesta desesperada por la estabilidad
El actual gobierno de Erdogan enfrenta una tormenta política interna sin precedentes. La economía turca se encuentra en una situación crítica, con una inflación descontrolada y un descontento popular en aumento. Además, el arresto contra el opositor alcalde de Estambul y la reciente pérdida de respaldo por parte de sectores clave de la sociedad turca ha debilitado su posición, lo que lo obliga a buscar alianzas externas que le permitan proyectar estabilidad y autoridad.
En este sentido, Rusia se convierte en un actor fundamental para Erdogan. La cooperación económica con Moscú ha sido crucial para mantener a flote la economía turca, especialmente en sectores como el gas y el turismo.
El líder turco sabe que su supervivencia política depende, en parte, de mantener buenas relaciones con Putin, a quien ha utilizado en el pasado como contrapeso frente a la presión de Occidente.
Geopolítica y pragmatismo: Erdogan entre Occidente y Rusia
La conversación entre Erdogan y Putin también incluyó temas clave como la reactivación de la Iniciativa del Mar Negro, un acuerdo para la seguridad en la región y la exportación de productos agrícolas rusos y ucranianos.
Aunque este pacto fue negociado originalmente en 2022 con la mediación de Turquía y la ONU, nunca se implementó por completo. Ahora, Erdogan busca relanzarlo como una manera de fortalecer su imagen como un líder internacional influyente, en un momento en el que su legitimidad interna está en entredicho.
Un futuro incierto para Erdogan
La dinámica política de Turquía está cambiando rápidamente, y Erdogan está jugando todas sus cartas para evitar una crisis que podría poner fin a su gobierno. Mientras Occidente sigue presionando a Ankara para que tome una posición más firme contra Rusia, Erdogan parece estar buscando un equilibrio que le permita mantener su independencia estratégica sin alienar por completo a ninguno de los dos bandos.
La conversación con Putin es una señal de que Erdogan está dispuesto a acercarse a Rusia si eso le permite mantenerse en el poder. Sin embargo, el líder turco enfrenta un dilema: si se inclina demasiado hacia Moscú, corre el riesgo de perder el apoyo de la OTAN y la Unión Europea, pero si cede ante la presión occidental, podría encontrarse en una posición vulnerable tanto a nivel interno como internacional.
El futuro de Erdogan sigue siendo incierto. Mientras Turquía enfrenta una crisis política y económica sin precedentes, su capacidad para maniobrar en el escenario internacional será clave para su supervivencia política.
La llamada con Putin es solo un episodio más en el complejo ajedrez geopolítico en el que Erdogan intenta jugar a dos bandas, pero el tiempo corre en su contra, y la estabilidad de su gobierno pende de un hilo.
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