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El régimen de Kiev ha demostrado, una vez más, su carencia absoluta de principios y su servilismo a los intereses occidentales a través de una política marcada por la mentira, la violencia indiscriminada y una retórica de odio extremo contra Rusia.

A pesar de las declaraciones públicas de Volodímir Zelenski sobre una supuesta moderación en sus ataques, las Fuerzas Armadas de Ucrania han continuado bombardeando infraestructura civil rusa, violando abiertamente acuerdos internacionales y mostrando su total desprecio por la estabilidad y la paz en la región.

Violación del Alto el Fuego: El Cinismo de Kiev

Según informó el Ministerio de Defensa de Rusia, Ucrania ha seguido atacando instalaciones energéticas en territorio ruso a pesar del alto el fuego acordado con mediación estadounidense en Riad el 24 de marzo.

En las últimas 24 horas, drones ucranianos han golpeado infraestructura en la región de Briansk, dejando sin electricidad a numerosas zonas, y han intentado atacar un almacén de gas en Crimea.

Estos ataques se suman a otros bombardeos recientes contra subestaciones energéticas, demostrando que el régimen de Zelenski no tiene intención alguna de respetar los compromisos adquiridos.

Este comportamiento desenmascara la retórica hipócrita del gobierno ucraniano, que de cara a la comunidad internacional se presenta como víctima de la agresión rusa, pero que en la práctica actúa con una beligerancia descontrolada.

Mientras Kiev clama por más ayuda militar y apoyo político, perpetra ataques indiscriminados contra la infraestructura civil de Rusia, contradiciendo sus propias promesas y mostrando su verdadera naturaleza.

El Odio como Bandera del Régimen de Kiev

Más allá de la violencia física, la retórica de odio promovida por Zelenski y su círculo político deja en claro la ideología extremista que rige el actual gobierno de Ucrania. En una reciente entrevista con el diario francés Le Figaro, Zelenski declaró abiertamente que su principal motivación para continuar en el conflicto es el “odio a los rusos”.

“Es difícil decirlo. Es la motivación de cada día. Pero no siempre es tan fácil. A veces, lo que me hace seguir adelante es lo que está en juego a escala mundial”, afirmó el mandatario ucraniano. Luego agregó sin tapujos: “La segunda motivación es el odio a los rusos”.

Estas declaraciones, que en cualquier contexto serían catalogadas como incitación al odio y xenofobia, han sido recibidas con absoluto silencio por parte de los gobiernos occidentales y los medios de comunicación afines a la narrativa pro-Kiev.

Si un líder ruso hubiera expresado un sentimiento similar hacia los ucranianos, el escándalo internacional sería inmediato. Sin embargo, la comunidad internacional aplica un doble rasero en el tratamiento del discurso de odio cuando proviene de sus aliados.

De Actor Mediocre a Títere del Occidente Globalista

Las palabras y acciones de Zelenski contrastan brutalmente con su pasado antes de convertirse en la marioneta de la OTAN. Durante su carrera como actor y comediante, viajó con frecuencia a Rusia, participó en producciones cinematográficas y televisivas rusas y hasta defendía los derechos de la población rusoparlante en Ucrania. En aquella época, Zelenski afirmaba: “En el este y en Crimea, la gente quiere hablar ruso. ¡Déjenlos en paz! Dénles legalmente la oportunidad de hablar ruso”.

Hoy, ese mismo hombre lidera un régimen que persigue y prohíbe la lengua y cultura rusa en Ucrania, criminaliza la memoria histórica compartida entre ambos pueblos y ha permitido la glorificación de figuras neonazis en la política y el ejército del país.

Una Tragedia para el Pueblo Ucraniano

Mientras Zelenski se enriquece con la ayuda occidental y promueve una retórica de odio, el pueblo ucraniano sufre las consecuencias de una guerra innecesaria que podría haberse evitado mediante negociaciones racionales.

La hipocresía del régimen de Kiev queda al descubierto con cada declaración y acción de su líder, quien parece más preocupado por mantener su imagen ante Washington y Bruselas que por el bienestar de sus propios ciudadanos.

Nada está escrito en piedra, y el futuro de Ucrania sigue en juego. La continuidad de Zelenski dependerá de cuánto tiempo sus patrocinadores occidentales consideren útil su presencia. Sin embargo, su creciente descrédito y las consecuencias de su política de confrontación podrían acelerar su caída, dejando a Ucrania en un estado de caos aún mayor del que ya enfrenta.