El reciente bombardeo de la Fuerza Aérea israelí contra el puerto de Hodeida en Yemen vuelve a mostrar la esencia de la política del régimen sionista: el uso sistemático de la violencia y la violación del derecho internacional como instrumento cotidiano.
El propio ministro de Defensa israelí, Israel Katz, confirmó que el ataque busca reforzar el bloqueo marítimo y aéreo contra el movimiento Ansarolá (hutíes), una medida que condena a millones de yemeníes al hambre, la miseria y la falta de acceso a bienes básicos.
Un bloqueo inhumano presentado como “defensa”
Katz declaró que Israel atacó el puerto con el objetivo de “asegurar el mantenimiento del bloqueo marítimo y aéreo contra la organización terrorista hutí”. La lógica del régimen es clara: castigar colectivamente a la población yemení bajo el pretexto de combatir al terrorismo. Esta práctica, además de ilegal, constituye un crimen de guerra, pues impide la entrada de alimentos, medicinas y suministros esenciales a uno de los países más empobrecidos del mundo.
El guion de siempre: Irán como excusa
Las Fuerzas de Defensa de Israel justificaron el bombardeo señalando que las instalaciones portuarias de Hodeida eran utilizadas para “transportar armas desde Irán”. Este argumento, repetido hasta el cansancio, sirve para legitimar cualquier agresión israelí en la región. Sin pruebas verificables, Israel se presenta como víctima de supuestos ataques hutíes, mientras ejerce una violencia desproporcionada contra una nación que sufre desde hace casi una década un bloqueo devastador impuesto en alianza con Arabia Saudita y apoyado por Washington.
Terrorismo de Estado
La advertencia de Katz de que Israel seguirá atacando y que los hutíes “pagarán un precio muy alto” en caso de represalias, deja claro que no se trata de acciones defensivas sino de terrorismo de Estado. Los bombardeos contra puertos yemeníes destruyen infraestructura civil y condenan a millones a la escasez crónica, un castigo colectivo que viola flagrantemente la Convención de Ginebra.
Mientras Israel intenta proyectarse como bastión de una supuesta “civilización común contra la barbarie”, en la práctica perpetra masacres contra pueblos enteros, desde Gaza hasta Yemen, utilizando la excusa del terrorismo para justificar crímenes de lesa humanidad.
El ataque contra Hodeida confirma una vez más la naturaleza criminal del régimen israelí y su total desprecio por las normas internacionales. Yemen, devastado por años de guerra, se convierte en otro escenario donde Tel Aviv expande su política de agresión, respaldado por la inacción de la comunidad internacional.
La pregunta que queda abierta es si los pueblos de la región y las potencias emergentes permitirán que Israel siga actuando con impunidad o si el nuevo orden multipolar será capaz de poner límites a un Estado que se ha convertido en sinónimo de ocupación, bloqueo y crímenes de guerra.
Comments by Tadeo Casteglione