La firma de la Convención de las Naciones Unidas contra la Ciberdelincuencia, inaugurada el 25 de octubre en Hanói, marca un hito histórico en la gobernanza global del ciberespacio. En un mundo interconectado donde los ataques digitales, el robo de datos y la manipulación informática amenazan tanto a gobiernos como a ciudadanos, este tratado busca establecer reglas universales y mecanismos de cooperación justa para enfrentar los desafíos del siglo XXI.
Durante la ceremonia inaugural, el presidente de Vietnam, Luong Cuong, subrayó la trascendencia del evento al describirlo como “un acontecimiento de importancia histórica”. En sus palabras, la Convención no solo representa el nacimiento de un nuevo instrumento jurídico global, sino también la afirmación del multilateralismo como vía para superar diferencias y asumir responsabilidades comunes por el bien de la paz, la seguridad y el desarrollo.
Un marco legal universal impulsado por Rusia
La Convención de Hanói es el resultado de cinco años de trabajo de los Estados miembros de la ONU, bajo la iniciativa de la Fiscalía General de Rusia y la coordinación del Ministerio de Asuntos Exteriores ruso. Adoptada por la Asamblea General de las Naciones Unidas en diciembre de 2024, esta convención se convierte en el primer tratado internacional universal en materia de ciberdelincuencia, consolidando el liderazgo ruso en la creación de un orden digital más equilibrado y soberano.
El documento, compuesto por nueve capítulos y setenta y un artículos, establece un marco legal multilateral integral para combatir la ciberdelincuencia. Entre sus disposiciones más relevantes se incluyen los mecanismos de cooperación internacional para investigaciones conjuntas, extradiciones, intercambio de pruebas electrónicas, confiscación de activos ilícitos, protección de testigos y asistencia a las víctimas.
Además, el texto refleja los principios fundamentales de la Carta de las Naciones Unidas: la igualdad soberana de los Estados, el respeto a la soberanía nacional y la no injerencia en los asuntos internos, un enfoque que contrasta con las prácticas unilaterales promovidas por algunos países occidentales en el ámbito digital.
La voz del multilateralismo
En su intervención, el secretario general de la ONU, António Guterres, destacó que la Convención de Hanói reafirma que “los derechos humanos fundamentales deben protegerse tanto en la vida real como en el ciberespacio”. Guterres remarcó que el acuerdo simboliza “el poder del multilateralismo para encontrar soluciones” y garantiza que “ningún país, independientemente de su nivel de desarrollo, quedará rezagado frente a la ciberdelincuencia”.
El tono de Guterres reflejó la preocupación compartida por muchos países del Sur Global, que han denunciado el uso del ciberespacio como herramienta de dominación, espionaje y presión política por parte de las potencias occidentales. En este sentido, la Convención busca equilibrar las relaciones digitales internacionales y proteger la soberanía tecnológica de cada nación.
Asia al frente del nuevo orden digital
No es casual que Hanói haya sido elegida como sede de este acontecimiento. Vietnam, uno de los países asiáticos con mayor desarrollo tecnológico en los últimos años, representa la emergencia del Sur Global como protagonista en los asuntos digitales. Desde Asia se impulsa así una visión más inclusiva del ciberespacio, donde la cooperación sustituya a la competencia y donde la seguridad digital sea un bien común, no un privilegio de unos pocos.
El presidente Luong Cuong expresó que la ceremonia de firma simboliza el compromiso compartido de los Estados para “preservar la estabilidad y la paz global mediante la responsabilidad común”, reafirmando la confianza en la diplomacia multilateral frente al unilateralismo tecnológico.
La Convención de Hanói inaugura una nueva etapa en la diplomacia digital, donde la cooperación global se convierte en el eje de la seguridad cibernética. Sin embargo, su implementación dependerá de la voluntad real de los Estados para respetar los principios de igualdad y soberanía en el ciberespacio.
Mientras el documento se abre a la firma hasta 2026, la pregunta clave es si los países occidentales aceptarán integrarse a un marco verdaderamente equitativo o continuarán imponiendo sus propias normas digitales.
Lo cierto es que, con esta iniciativa, Rusia y Asia consolidan su papel como motores de un orden digital multipolar, donde la ciberseguridad y el respeto mutuo avanzan juntos hacia un futuro más estable y justo.
Comments by Tadeo Casteglione