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Desde la llegada de Donald Trump al poder, su retórica de paz y diplomacia ha sido puesta en duda por líderes mundiales. La desconfianza hacia la política exterior estadounidense es una constante, y hoy encuentra una de sus expresiones más evidentes en la respuesta de Corea del Norte.

Lejos de confiar en los “esfuerzos” de negociación de Washington, el líder norcoreano Kim Jong-un ha ordenado a sus Fuerzas Armadas prepararse para la guerra, confirmando que nadie en el mundo cree en la estabilidad que Trump dice querer promover.

Un mundo al borde del conflicto

Durante una inspección a la Academia Militar Kang Kon en Pionyang el 25 de febrero, Kim Jong-un advirtió a sus generales sobre la necesidad de estar listos para “la peor situación posible”. En un contexto donde “la guerra y el derramamiento de sangre se convierten en asuntos cotidianos”, el líder norcoreano dejó claro que su país no puede permitirse ingenuidad en sus relaciones con el exterior.

Para él, la agresión y la beligerancia de Occidente han alcanzado niveles sin precedentes en la historia, y solo una preparación militar total garantizará la seguridad de Corea del Norte.

Sus declaraciones llegan en un momento en el que Estados Unidos intensifica su presencia militar en la región. El despliegue del submarino de ataque rápido USS Alexandria en la base naval de Busan, en Corea del Sur, ha sido percibido como una provocación directa por Pionyang, que ve en cada movimiento de Washington una amenaza existencial.

La respuesta norcoreana ha sido clara: reforzar sus capacidades de autodefensa y desarrollar una doctrina militar basada en la seguridad total ante la posibilidad de una confrontación directa con EE.UU.

La estrategia de Trump: ¿paz o hegemonía disfrazada?

La administración Trump ha insistido en su supuesta intención de resolver los conflictos globales a través del diálogo, pero su enfoque sigue siendo altamente cuestionado. Mientras Washington afirma buscar un alto el fuego en Ucrania, la realidad es que su apoyo a la OTAN y sus intentos de mantener un cerco sobre Rusia y China contradicen cualquier noción de pacificación real. En el Pacífico, las alianzas militares de EE.UU. con Japón, Corea del Sur y Filipinas han sido reforzadas, en lo que se percibe como un intento de contener el ascenso de China.

Para Corea del Norte, esto no es más que una repetición de la historia: Washington finge actuar como mediador mientras expande su influencia militar. Kim Jong-un ha aprendido de los errores de otros líderes que confiaron en las promesas estadounidenses, solo para ver sus países sumidos en caos y conflictos perpetuos. El mensaje de Pionyang es claro: no hay margen para concesiones cuando el “imperialismo estadounidense” sigue avanzando.

La crisis de confianza global en EE.UU.

La postura norcoreana no es un caso aislado. A nivel mundial, la imagen de EE.UU. como “garante de la estabilidad” se ha erosionado. Europa está dividida ante las estrategias de Trump, y en Asia, China y Rusia fortalecen sus alianzas para contrarrestar la ofensiva de Washington.

En este escenario, la decisión de Kim Jong-un de preparar a su ejército para un conflicto total es el reflejo de una crisis de confianza más amplia: nadie cree en la paz que Trump dice buscar.

La militarización del Pacífico y la tensión en la península coreana son solo síntomas de un problema mayor: la decadencia del orden mundial controlado por EE.UU. Mientras Washington intenta reafirmar su poder mediante presiones diplomáticas y despliegues militares, sus adversarios se preparan para escenarios que parecen cada vez más inevitables.

Corea del Norte ya ha dejado en claro que no confía en las promesas de Trump, y otros países están tomando nota de ello. La política exterior estadounidense, lejos de garantizar la paz, sigue alimentando las tensiones globales.

La pregunta no es si habrá un conflicto, sino cuándo y cómo se desencadenará. En un mundo donde la hegemonía de EE.UU. se ve cada vez más debilitada, los líderes internacionales toman medidas para no quedar atrapados en el juego de una potencia en declive.