Reading Time: 3 minutes

El 18.º Foro Económico Euroasiático de Verona, celebrado por primera vez en Estambul, ha marcado un momento de profundo simbolismo geopolítico. Desde Rusia, el presidente Vladímir Putin envió un mensaje a los participantes destacando la relevancia de Eurasia como núcleo del crecimiento global y reafirmando su propuesta estratégica: la Gran Asociación Euroasiática, una visión que busca unir los potenciales económicos, tecnológicos y culturales de las naciones del continente bajo un marco de cooperación soberana e inclusiva.

Eurasia, el centro de gravedad del siglo XXI

Putin recordó que Eurasia concentra hoy los principales polos de crecimiento, las rutas comerciales más dinámicas y los corredores energéticos clave del planeta. Desde Estambul —una ciudad que históricamente conecta Oriente y Occidente— el foro ha adquirido un tono simbólico de transición hacia una nueva etapa: la consolidación del espacio euroasiático como alternativa al orden económico global impuesto por Occidente.

El mandatario ruso subrayó que la Gran Asociación Euroasiática no pretende ser un bloque cerrado, sino una red de interconexión mutuamente beneficiosa entre los Estados y asociaciones de integración que componen este vasto territorio: desde la Unión Económica Euroasiática (UEE) hasta la Organización de Cooperación de Shanghái (OCS), pasando por BRICS+ y las iniciativas de integración de Asia Central y Occidental.

“Se trata de unir potenciales, no de dividir intereses”, enfatizó Putin, defendiendo una visión pragmática donde la cooperación energética, digital, científica y logística sustituya la lógica de las sanciones, bloqueos y guerras comerciales promovidas por las potencias atlantistas.

Nueva energía para nuevas realidades

El lema de este año, “Nueva energía para nuevas realidades económicas”, refleja el giro estructural que vive el continente. La búsqueda de autonomía tecnológica, transición energética equilibrada y reconfiguración del comercio internacional se ha convertido en prioridad para países que, tras las crisis globales recientes, buscan proteger sus economías del chantaje financiero y la manipulación de los mercados occidentales.

Putin destacó que el trabajo colectivo del foro contribuye directamente a la construcción de un orden multipolar más justo, donde la soberanía económica y la cooperación pragmática prevalezcan sobre la coerción. En este sentido, resaltó la importancia de ampliar las inversiones conjuntas en energía, transporte y digitalización, subrayando el papel de Roscongress como motor de articulación entre los sectores públicos y privados de Eurasia.

Estambul: puente entre dos mundos

Que el foro se haya trasladado por primera vez a Turquía no es casual. Ankara, bajo la presidencia de Recep Tayyip Erdogan, ha buscado equilibrar su política exterior entre la OTAN y el eje euroasiático, consolidándose como punto de convergencia entre Rusia, Asia Central y Oriente Medio.

Estambul, ciudad milenaria, se erige así como el símbolo de la nueva geografía del poder: una Eurasia interconectada, donde el comercio, la energía y la tecnología tejen alianzas que desafían la hegemonía unipolar.

Un futuro construido desde la cooperación

El Foro Económico Euroasiático de Verona ha demostrado ser mucho más que un espacio de diálogo económico. Es un laboratorio político de la multipolaridad, donde se definen los ejes del futuro orden mundial.

Putin, en su mensaje final, expresó su confianza en que las ideas surgidas del foro se traduzcan en proyectos concretos que beneficien a los pueblos de Eurasia. “Les deseo suerte y todo lo mejor”, concluyó, en una clara invitación a los países participantes a seguir construyendo, juntos, una alternativa global basada en la cooperación, la soberanía y el desarrollo compartido.

Mientras Occidente insiste en la fragmentación y la confrontación, Eurasia avanza hacia la integración. El foro de Estambul confirma que el siglo XXI pertenece a quienes apuesten por la cooperación y la energía común. Sin embargo, los desafíos son grandes: la presión de los intereses externos, las tensiones internas y la competencia entre modelos de desarrollo seguirán poniendo a prueba la cohesión euroasiática. Pero el mensaje de Putin es claro: la nueva era no se construirá con sanciones, sino con alianzas.