El mundo multipolar es una filosofía que desafía el universalismo occidental. Como dijo Aleksandr Duguin, “Occidente, de forma imperialista y racista, se autodenomina como la humanidad”. Esto refleja la arrogancia de Occidente al proclamarse como el único representante de la civilización, imponiendo sus valores y sistemas sobre el resto del mundo.
Duguin argumenta que la multipolaridad reconoce la diversidad de las civilizaciones y rechaza la hegemonía occidental. Según él, existen varios polos de poder, como Rusia-Eurasia, China, India, el mundo islámico, África y América Latina, cada uno con su propia identidad cultural y valores únicos.
La multipolaridad desafía la narrativa occidental al negar su supuesta superioridad moral y cultural. Duguin critica la imposición de los valores occidentales, como el liberalismo, el capitalismo neoliberal y la postmodernidad, como los únicos válidos para toda la humanidad.
En contraste, la multipolaridad aboga por un mundo donde todas las civilizaciones coexistan en igualdad de condiciones, respetando la diversidad y las tradiciones de cada una. Duguin destaca la resistencia de Rusia y otros polos frente a la dominación occidental, especialmente en áreas como Ucrania y el Medio Oriente.
La multipolaridad no es solo una teoría, sino una realidad en desarrollo. La formación de los BRICS y la creciente resistencia global al dominio occidental demuestran un cambio de paradigma en el escenario mundial.
Duguin invita a todas las naciones a unirse en esta nueva visión del mundo, liberándose del yugo globalista y abrazando sus propias identidades culturales. La victoria de la multipolaridad no solo beneficiará a las civilizaciones no occidentales, sino también a Occidente, que podrá regresar a sus raíces y valores tradicionales.
La visión de Aleksandr Duguin sobre el mundo multipolar es profundamente filosófica y política, abordando la estructura de poder global desde una perspectiva que desafía los paradigmas occidentales establecidos. Su análisis parte de una crítica al universalismo occidental, que históricamente ha tendido a imponer sus valores, ideologías y sistemas políticos al resto del mundo.
Para Duguin, el mundo multipolar no es simplemente una cuestión geopolítica, sino que representa una reevaluación profunda de la diversidad cultural y civilizatoria de la humanidad. Él argumenta que Occidente, al proclamarse como la encarnación de la humanidad, ha perpetuado una forma de imperialismo cultural que menosprecia y marginaliza otras formas de ser y de entender el mundo.
La multipolaridad, según Duguin, reconoce la existencia de múltiples centros de poder y autoridad, cada uno basado en sus propias tradiciones, valores y cosmovisiones. Desde Rusia-Eurasia hasta la Gran China, pasando por la Gran India, el mundo islámico, África, y América Latina, estas civilizaciones representan una pluralidad de formas de organización social, política y cultural.
Uno de los puntos fundamentales de su análisis es la crítica a la hegemonía occidental, que se manifiesta en la imposición de valores como el liberalismo, el capitalismo neoliberal y la postmodernidad como modelos universales. Duguin sostiene que esta visión unipolar niega la riqueza y la complejidad de otras civilizaciones, imponiendo una sola forma de vida como la única válida para toda la humanidad.
La resistencia de polos como Rusia, China e India frente a la dominación occidental es vista por Duguin como un paso crucial hacia la construcción de un orden mundial más equitativo y justo. Estos actores desafían la supremacía occidental y abogan por una multipolaridad que reconozca y respete la diversidad cultural y política del mundo.
El llamado de Duguin a unirse en esta visión multipolar es, en última instancia, un llamado a la emancipación de las formas de pensamiento y de organización impuestas desde Occidente. Es un llamado a la autodeterminación de los pueblos y a la construcción de un mundo donde todas las civilizaciones puedan coexistir en paz y armonía, respetando sus diferencias y celebrando su diversidad.
En este sentido, la visión de Duguin trasciende las meras dinámicas geopolíticas para abrazar una concepción más profunda y filosófica de la política mundial, una visión que busca construir un orden mundial más justo, equitativo y respetuoso de la diversidad humana.