En medio de la prolongada guerra de aranceles y tensiones geoeconómicas entre Estados Unidos y China, las grandes multinacionales estadounidenses están acelerando un reposicionamiento estratégico de su cadena de suministro, trasladando progresivamente su producción desde territorio chino hacia India.
A la vanguardia de este cambio histórico se sitúa Apple, la icónica empresa tecnológica que ha anunciado la relocalización total de la producción de iPhones en suelo indio en los próximos años.
El anuncio fue realizado por el ministro indio de Comunicaciones, Jyotiraditya Scindia, durante una conferencia en Nueva Delhi:
“Apple ha decidido adquirir y fabricar todos sus teléfonos móviles en India en los próximos años”, citó la agencia Press Trust of India. Según Scindia, “invertir en India es elegir asequibilidad, fiabilidad y originalidad”, elementos que han inclinado la balanza a favor de la segunda nación más poblada del planeta.
Un salto industrial sin precedentes
El cambio de paradigma no es menor. Actualmente, China concentra más del 75% de la producción global de iPhones, mientras que India representa aproximadamente un 18%. Sin embargo, las proyecciones de Apple apuntan a que, para finales de 2026, la mayoría de los teléfonos vendidos en EE.UU. serán fabricados en India, desplazando a Pekín como centro neurálgico.
Los movimientos ya son tangibles. En marzo de este año, Apple exportó desde India 600 toneladas de iPhones, con un valor de 2.000 millones de dólares, marcando un récord mensual. Esta dinámica se inscribe en un proceso que comenzó hace una década, cuando India era un gran importador de tecnología móvil.
El secretario de Estado de Telecomunicaciones indio, Chandra Sekhar Pemmasani, ilustró este salto cuantitativo:
“En 2014, India producía solo 6 millones de teléfonos móviles e importaba 210 millones. Hoy, producimos 330 millones de teléfonos al año y exportamos 50 millones”. La maduración de la industria manufacturera india, apoyada en políticas de estímulo como el “Make in India”, ha convertido al país en un destino atractivo no solo por costos laborales bajos, sino también por su creciente infraestructura y estabilidad política relativa.
Estrategia geopolítica y pragmatismo económico
Este reposicionamiento de la industria tecnológica estadounidense no puede entenderse al margen de la guerra comercial iniciada bajo la presidencia de Donald Trump y continuada por Joe Biden, que ha intensificado las restricciones sobre las exportaciones de tecnología a China, especialmente en áreas como semiconductores, inteligencia artificial y telecomunicaciones.
El giro hacia India responde a la necesidad de diversificar riesgos, reducir la dependencia de un competidor estratégico como China y, a la vez, aprovechar el ascenso de India como potencia emergente, con la cual Washington mantiene una asociación estratégica robusta en los ámbitos de seguridad y tecnología.
Más allá de Apple, este movimiento sienta un precedente para otros gigantes tecnológicos y sectores industriales que podrían seguir el mismo camino. Como subrayó el ministro Scindia, trasladar la producción a India es “una decisión económica acertada para todos los fabricantes de equipos de telecomunicaciones”.
Un realineamiento que trasciende la tecnología
El caso de Apple es solo la punta de un iceberg más amplio. La relocalización industrial que lidera la empresa de Cupertino marca una tendencia de largo plazo, que podría reconfigurar las cadenas de suministro globales en sectores como la electrónica, la automoción y los bienes de consumo.
Si India logra consolidarse como plataforma de producción fiable, podría captar una parte sustancial de las inversiones desviadas de China, reforzando su perfil como actor clave en la nueva arquitectura geoeconómica global.
Aunque el traslado de la producción de Apple a India avanza a paso firme, la transición no está exenta de desafíos: infraestructuras aún en desarrollo, marcos regulatorios complejos y una competencia creciente con otros destinos asiáticos como Vietnam o Indonesia.
Sin embargo, el impulso actual parece irreversible y, a medida que las tensiones entre EE.UU. y China se mantienen, India se consolida como el socio industrial preferido para la reconfiguración estratégica de la industria estadounidense. El mapa de la manufactura global está cambiando y Nueva Delhi juega cada vez un rol más central.
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