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Ironía Global: Risas y Criticas en la Escena Política Mundial.

¡Atención, ciudadanos y ciudadanas! Es ese glorioso momento otra vez, cuando nuestras queridas elecciones políticas se acercan rápidamente y nos encontramos frente a un dilema fascinante: elegir entre el “mal menor”. Ah, sí, el dulce sabor de la democracia liberal, donde nuestros líderes emergen para presentarse como la solución perfecta, mientras que en realidad solo son el “mal menor” disfrazado con una sonrisa seductora.

Es curioso cómo cada ciclo electoral nos enfrenta a esta dilemática elección. Nos dicen que debemos sopesar las opciones y tomar una decisión informada. Pero, ¿qué significa realmente elegir el “mal menor”? ¿Acaso debemos emocionarnos por tener la oportunidad de votar por alguien que no es tan terrible como los demás?

Imagínate esta escena: te presentan a dos candidatos principales, ambos con sus propias dosis de deshonestidad, corrupción e incompetencia. Uno ha sido sorprendido mintiendo repetidamente, mientras que el otro tiene un historial de promesas incumplidas tan largo como un poema épico. Pero no te preocupes, nos dicen, solo tienes que elegir al “menos peor”.

¡Oh, qué maravilloso! Solo piensa en toda la diversión que tendrás tratando de convencerte a ti mismo de que estás tomando una decisión inteligente al votar por alguien que no está a la altura de tus ideales y expectativas. ¿Quién necesita un candidato inspirador que luche por el bien común cuando puedes conformarte con alguien que simplemente es “menos terrible”?

La elección del “mal menor” se ha convertido en un ritual sagrado en nuestras democracias modernas. Nos convencen de que debemos aceptar las imperfecciones y conformarnos con la mediocridad en lugar de luchar por algo mejor. ¿Por qué aspirar a la grandeza cuando puedes contentarte con lo que se te presenta? ¡Qué privilegio tan exquisito!

Y no olvidemos los debates electorales, esas joyas de la retórica vacía y las evasivas profesionales. Los candidatos se lanzan acusaciones mutuas, se interrumpen entre sí y despliegan su talento para evadir preguntas directas. Pero no te preocupes, ciudadano, solo tienes que elegir al candidato que no te despierte un profundo desprecio. ¡La barra está tan baja que puedes tropezar fácilmente con ella!

El “mal menor” se ha convertido en una especie de mantra que nos impide buscar líderes verdaderamente competentes y comprometidos con el bienestar de la sociedad. Nos conformamos con aquellos que parecen ser menos dañinos en lugar de exigir la excelencia y la integridad en aquellos que buscan representarnos.

Entonces, ciudadanos y ciudadanas, a medida que nos acercamos a las próximas elecciones, démonos una palmadita en la espalda por nuestra habilidad para elegir el “mal menor”. Celebremos nuestra capacidad para conformarnos con lo insatisfactorio y para justificar nuestras elecciones con una sonrisa irónica. ¡Qué maravillosa danza política estamos ejecutando!