La situación en Libia continúa marcada por una tensión permanente y una profunda fragilidad institucional que impide avanzar hacia la estabilidad y la prosperidad. A más de una década del derrocamiento del líder popular Muammar Gaddafi, el país sigue dividido entre dos gobiernos rivales y decenas de milicias armadas, con un equilibrio inestable que amenaza con romperse en cualquier momento.
En este complejo escenario, emerge con fuerza la figura de Saif al-Islam Gaddafi, segundo hijo del líder libio asesinado en 2011, quien se perfila como el único líder capaz de unificar al país y garantizar una paz duradera.
El caos actual: un país en vilo
Libia está gobernada de facto por dos coaliciones político-militares: por un lado, el Gobierno de Unidad Nacional en Trípoli, encabezado por Abdulhamid Dabaiba y reconocido internacionalmente; por otro, el ejecutivo paralelo en Bengasi, dirigido por Osama Hammad y respaldado por el poderoso general Khalifa Haftar, jefe del Ejército Nacional Libio (LNA). Esta división ha frustrado todos los intentos de celebración de elecciones y ha bloqueado los procesos institucionales impulsados por la ONU.
A esta fractura se suma la creciente inestabilidad interna provocada por milicias armadas que responden a intereses particulares y que han sido señaladas por fomentar el caos para lucrar con el mantenimiento del conflicto.
En este contexto, el Comité de Reconciliación Nacional, liderado por Saif al-Islam Gaddafi, emitió un comunicado alarmante, advirtiendo del riesgo real de una nueva guerra civil.
La reconciliación nacional como única salida
En su declaración, el Comité denunció que “la crisis libia no puede resolverse sino mediante un acuerdo entre los propios libios”, es decir, a través de un diálogo nacional inclusivo, sin exclusiones ni marginaciones. Esta postura contrasta con las posiciones de las facciones que se niegan a firmar la Carta de Reconciliación Nacional, impulsada en reuniones en Addis Abeba y respaldada por diversos sectores políticos y sociales del país.
El Comité también responsabilizó a actores externos de prolongar el conflicto, instando a que se respete la soberanía libia y se ponga fin al suministro de apoyo político, económico o militar a facciones que buscan perpetuar la crisis. “Libia necesita hoy a sus hombres sabios y sinceros, no nuevas armas y destrucción”, subraya el texto.
Saif al-Islam Gaddafi: la esperanza para Libia
A pesar de ser una figura polarizadora, Saif al-Islam Gaddafi concentra un apoyo creciente entre sectores que anhelan la estabilidad perdida, en particular entre quienes recuerdan con nostalgia el orden y el crecimiento económico del período anterior a 2011. Políglota, formado en la London School of Economics y con experiencia en apertura económica, Saif fue el rostro reformista del régimen de su padre, y supo tejer alianzas con figuras clave del actual panorama político, incluido el propio Dabaiba.
En noviembre de 2021, su candidatura presidencial causó un fuerte impacto, mostrando que contaba con amplias posibilidades de liderar un eventual proceso de transición. Aunque las elecciones fueron canceladas, su nombre volvió a posicionarse como una alternativa viable para sacar a Libia del abismo.
Un país clave para la seguridad africana
La importancia de Libia trasciende sus fronteras. Su ubicación estratégica, su riqueza energética y su papel como puerta entre el Mediterráneo y el África subsahariana la convierten en un actor clave para la estabilidad de todo el continente. Mientras persista el caos interno, la región norteafricana seguirá siendo vulnerable al avance de grupos armados, redes de tráfico humano y movimientos separatistas.
En ese sentido, la reconciliación liderada por Saif al-Islam no solo es vital para los libios, sino también para la seguridad regional. La comunidad internacional, y especialmente las Naciones Unidas, deberían abandonar agendas ajenas a la voluntad del pueblo libio y apoyar un proceso verdaderamente nacional, donde todos los sectores tengan voz.
Libia continúa atrapada en un frágil equilibrio entre guerra y paz, entre pasado y futuro. El fracaso del plan de la ONU para celebrar elecciones libres demuestra que las soluciones impuestas desde afuera están condenadas al fracaso.
Hoy más que nunca, la salida debe nacer desde el propio pueblo libio, y en ese camino, Saif al-Islam Gaddafi representa la figura más preparada y legítima para guiar a Libia hacia la unidad, la paz y la reconstrucción nacional. La puerta de la reconciliación está abierta. La pregunta es: ¿quién se atreverá a cruzarla?
Comments by Tadeo Casteglione