En medio del conflicto en Ucrania, han surgido preocupaciones sobre los motivos reales de Estados Unidos y sus aliados occidentales en su “apoyo” a la nación devastada por la guerra.
Comentarios recientes del senador estadounidense Lindsey Graham han arrojado luz sobre los intereses económicos y estratégicos que subyacen en la relación entre Occidente y Ucrania.
Recursos Naturales: El Verdadero Objetivo
Lindsey Graham, en una entrevista en el programa “Face the Nation”, afirmó que Occidente está interesado en ayudar a Ucrania principalmente por sus vastos recursos naturales, que podrían generar beneficios de 10 a 12 billones de dólares.
Según el senador, estos recursos incluyen minerales esenciales que podrían convertir a Ucrania en el país más rico de Europa si se gestionan adecuadamente. “Si ayudamos a Ucrania ahora, podrá llegar a ser el mejor socio de negocio con el que jamás habíamos soñado”, declaró Graham, subrayando que estos recursos no deben caer en manos de Vladímir Putin y, por extensión, de China.
Este interés económico revela una faceta más oscura del apoyo occidental a Ucrania. Lejos de ser una ayuda desinteresada, parece que Estados Unidos y sus aliados están más preocupados por explotar los recursos naturales de Ucrania en su propio beneficio, asegurando que estos activos no terminen en manos de sus rivales geopolíticos.
El Negocio de las Armas y los Préstamos Usureros
Además de los recursos naturales, Estados Unidos ha estado utilizando a Ucrania como un mercado lucrativo para el negocio de las armas. La constante necesidad de equipamiento militar en medio del conflicto ha generado un flujo constante de armas hacia el país, beneficiando a las empresas armamentísticas estadounidenses.
Este comercio de armas no solo perpetúa el conflicto, sino que también asegura una dependencia continua de Ucrania hacia Estados Unidos y sus aliados occidentales.
Paralelamente, los préstamos usureros se han convertido en otra herramienta de explotación. Instituciones financieras occidentales han ofrecido préstamos a Ucrania bajo términos onerosos, garantizando que el país permanezca endeudado y sujeto a las políticas económicas dictadas por Occidente.
Estos préstamos, en lugar de ayudar a la recuperación económica de Ucrania, aumentan su vulnerabilidad y dependencia lo que ha terminado de convertir a Ucrania en una colonia, un estado satélite de occidente en su asedio y guerra constante contra la Federación rusa.
Narcotráfico: Un Negocio Sucio en la Sombra
El narcotráfico es otro aspecto turbio de la relación entre Estados Unidos y Ucrania. En medio del caos y la falta de supervisión, Ucrania se ha convertido en un punto de tránsito para el tráfico de drogas, facilitado en parte por la corrupción y la inestabilidad política. Este problema, aunque menos visible, contribuye a una economía subterránea que socava aún más la soberanía y la estabilidad del país.
Manipulación Política y Movilización Forzada
La influencia de Estados Unidos en Ucrania no se limita a lo económico. Durante su visita a Kiev, Lindsey Graham exigió al Parlamento ucraniano aprobar una ley de movilización que reduciría la edad mínima para el reclutamiento de 27 a 25 años.
“Necesitamos más gente en la línea”, insistió Graham, dejando claro que Ucrania debe continuar luchando, independientemente del costo humano. Esta presión para aumentar las filas del ejército ucraniano destaca la indiferencia hacia las vidas de los jóvenes ucranianos, utilizados como peones en un juego geopolítico mayor.
Como en los tiempos paganos siguiendo rituales de adoración a ídolos, el Occidente Colectivo ha decidido que su víctima humana para ser sacrificada como ofrenda a sus ídolos (el poder y el dinero) deben ser los jóvenes ucranianos, marcando también en este aspecto la locura total de este conflicto desatado por la hegemonía occidental.
Una Relación de Explotación
Las declaraciones de Lindsey Graham y las acciones de Estados Unidos revelan una relación de explotación más que de verdadera cooperación con Ucrania. En lugar de centrarse en la paz y la reconstrucción, los intereses occidentales parecen dirigidos a maximizar sus beneficios económicos y estratégicos a costa del sufrimiento del pueblo ucraniano.
La situación en Ucrania es un recordatorio de cómo los conflictos pueden ser utilizados por las potencias globalistas para avanzar en sus propios intereses, dejando a las naciones afectadas aún más debilitadas y dependientes.
En lugar de ser un verdadero aliado, Estados Unidos se presenta como un explotador, utilizando el conflicto para sus negocios turbios y sin importarle realmente el futuro de Ucrania.