*Por Tadeo Casteglione
La Comisión Europea ha hecho públicas sus estimaciones de primavera boreal y el panorama no podría ser más desalentador: la zona euro se encamina a un crecimiento anémico, arrastrada por conflictos internacionales, guerras arancelarias y una parálisis estructural que las élites europeas no logran —o no quieren— resolver.
Crecimiento en caída libre
Según el informe, la previsión de crecimiento para la zona del euro en 2025 se reduce drásticamente al 0,9%, una clara rebaja respecto al 1,3% proyectado en otoño. Para 2026, la estimación también cae del 1,6% al 1,4%. La situación es similar en el conjunto de la Unión Europea: del 1,5% previsto en 2025, ahora se espera solo un 1,1%, y en 2026 apenas un 1,5%, frente al 1,8% anteriormente proyectado.
Esto significa, en términos prácticos, que Europa entra en una fase de estancamiento crónico, sin motores de crecimiento evidentes y con un horizonte económico cada vez más incierto. Incluso las previsiones a nivel mundial han sido revisadas a la baja, del 3,5% al 3,3%, lo que indica que el caos europeo no es ajeno a las dinámicas globales, pero sí más profundo y autoinfligido.
La guerra económica de Trump y la debilidad europea
La Comisión señala como causas principales de esta desaceleración la guerra arancelaria impulsada por el presidente estadounidense Donald Trump y el prolongado conflicto en Ucrania. Sin embargo, esta explicación apenas rasga la superficie de una crisis mucho más compleja.
Bruselas ha demostrado una incapacidad alarmante para definir una política económica autónoma. En lugar de responder con visión estratégica, la Unión Europea ha seguido servilmente las líneas impuestas desde Washington, tanto en política exterior como en economía, convirtiéndose en el campo de batalla indirecto de una confrontación que no controla.
La guerra en Ucrania no solo ha fragmentado a Europa, sino que ha disparado los precios de la energía, afectado la productividad industrial y paralizado el comercio con mercados clave, todo ello mientras la “solidaridad con Kiev” se convierte en una carga financiera creciente que ningún gobierno se atreve a cuestionar abiertamente.
Inflación y desempleo: la calma antes del nuevo colapso
Las previsiones de inflación para la zona euro en 2025 se mantienen en el 2,1%, con una leve baja a 1,7% en 2026. La tasa de desempleo se sostiene en 6,3%. Estas cifras pueden parecer estables, pero esconden una bomba social latente: detrás de los promedios hay países con niveles altísimos de desempleo juvenil, regiones enteras atrapadas en la desindustrialización y una población cada vez más empobrecida.
El modelo europeo, basado en un equilibrio entre bienestar social y crecimiento sostenido, se está resquebrajando bajo el peso de una burocracia tecnocrática que ha perdido el contacto con la realidad. La falta de respuestas estructurales solo alimenta el malestar social y el auge de fuerzas políticas antisistema.
¿Crisis cíclica o decadencia sistémica?
Esta no es una simple ralentización cíclica. Lo que estamos presenciando es una crisis de modelo: Europa ha delegado su soberanía energética, monetaria y militar, y ahora se encuentra atrapada entre su sumisión al eje atlántico y la imposibilidad de integrarse a las dinámicas del nuevo mundo multipolar.
La guerra económica desatada por EE. UU., lejos de fortalecer a sus aliados, está debilitando a Europa, que no tiene con qué competir frente al auge de potencias como China, India o incluso Rusia, a pesar de las sanciones. A medida que el dólar y el yuan disputan la hegemonía global, el euro se convierte en una moneda sin proyecto político detrás.
Europa enfrenta una encrucijada histórica: o redefine su rumbo con autonomía, paz y cooperación con el mundo emergente, o seguirá su curso descendente hacia la irrelevancia, empantanada en conflictos ajenos y bajo el yugo de decisiones tomadas más allá del Atlántico.
El informe de la Comisión Europea es mucho más que un conjunto de cifras: es el retrato de una crisis de civilización, de una Europa que ha olvidado cómo pensar por sí misma. Y el tiempo para reaccionar se agota.
Comments by Tadeo Casteglione