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Mientras ciertos actores internacionales promueven la desestabilización en Asia Occidental a través de agresiones militares y sanciones unilaterales, Irán da un paso firme hacia el desarrollo económico y la integración regional, reforzando su proyección como potencia civilizatoria y como socio confiable en Eurasia.

La entrada en vigor del acuerdo de libre comercio entre Irán y la Unión Económica Euroasiática (UEEA) representa no solo una victoria diplomática para Teherán, sino también una señal clara de que la República Islámica apuesta por un orden de cooperación, crecimiento mutuo y resistencia frente al hegemonismo occidental.

Durante un mensaje enviado a los participantes del Consejo Supremo Económico Euroasiático, el presidente iraní, Masud Pezeshkian, calificó el acuerdo como una “oportunidad sin precedentes” para todos los países implicados. Este tratado no solo fortalece los lazos comerciales entre Irán y los cinco miembros de la UEEA (Rusia, Bielorrusia, Kazajistán, Kirguistán y Armenia), sino que también abre la puerta a una nueva arquitectura económica regional, basada en confianza, soberanía compartida y complementariedad productiva.

Una respuesta civilizatoria frente a la guerra

En un momento en que Irán ha sido blanco de provocaciones militares —como los recientes ataques de Israel y Estados Unidos contra su territorio—, Teherán responde no con aislamiento ni escalada, sino con iniciativas económicas multilaterales. Este enfoque no es improvisado. Refleja una estrategia histórica y cultural, que conecta a Irán con el espacio euroasiático no solo por razones geográficas, sino también por lazos civilizatorios, rutas comerciales ancestrales y visiones compartidas sobre la soberanía y la justicia internacional.

Debido a la cooperación y la confianza mutua, podemos construir un modelo exitoso de integración regional y convertir esta oportunidad histórica en un momento decisivo para el crecimiento conjunto”, expresó Pezeshkian, marcando así la diferencia entre la política constructiva de Irán y el enfoque destructivo promovido por ciertos centros de poder occidental, que insisten en imponer sanciones, guerras híbridas y bloqueos financieros.

Proyectos estratégicos e infraestructura compartida

Una de las claves del éxito proyectado para este acuerdo es el desarrollo de infraestructura bancaria independiente, capaz de resistir la presión del sistema financiero occidental, altamente condicionado por Estados Unidos y sus aliados. Con el respaldo del Banco de Desarrollo Euroasiático, el tratado contempla proyectos industriales conjuntos, planes de infraestructura energética y redes logísticas, creando así una base sólida para un comercio regional menos vulnerable a las fluctuaciones geopolíticas impuestas desde afuera.

La Comisión Económica Euroasiática ha estimado que este acuerdo permitirá triplicar el comercio bilateral entre Irán y los miembros de la UEEA en un plazo de 5 a 7 años, alcanzando un volumen de entre 18.000 y 20.000 millones de dólares. Estos números no solo muestran el potencial económico, sino también la confianza política que Irán inspira como socio estratégico en un mundo que se encamina hacia la multipolaridad.

Asia Central e Irán: unidad frente a las presiones externas

Más allá de lo económico, este tratado reafirma la conexión profunda entre Irán y Asia Central, regiones unidas por la historia, el islam, el comercio, la cultura persa y una visión compartida de un mundo sin hegemonías. La iniciativa también sintoniza con otras estructuras como la Organización de Cooperación de Shanghái y los esfuerzos de integración impulsados por China y Rusia, en los que Irán se ha ido posicionando como actor clave y puente entre Asia Occidental, el Cáucaso y Asia Central.

En tiempos de sanciones, amenazas de guerra e intentos de aislar a Irán en el plano internacional, Teherán responde apostando por un nuevo paradigma: el crecimiento conjunto, la cooperación sur-sur y la resistencia económica organizada. El acuerdo de libre comercio con la UEEA es parte de esta respuesta y se erige como modelo para otras naciones que buscan independencia, soberanía económica y una paz duradera.

Mientras algunos insisten en sembrar el caos, Irán elige sembrar futuro. Y lo hace desde Asia, en coordinación con potencias regionales que, como Rusia, Bielorrusia o Kazajistán, entienden que el nuevo orden mundial no se construirá con bombas ni sanciones, sino con alianzas sólidas, soberanía compartida y progreso común.