Las elecciones presidenciales en Turquía son un evento político importante que atrae la atención del mundo debido al papel geopolítico clave que desempeña el país en la región del Medio Oriente. La reelección de Recep Tayyip Erdogan, el actual presidente turco, podría tener implicaciones significativas tanto para Turquía como para el resto de la región.
Erdogan ha sido el presidente de Turquía desde 2014 y ha estado en el poder desde 2002, primero como primer ministro y luego como presidente. Su gobierno ha sido controvertido y ha enfrentado críticas internas y externas por su manejo de diversos temas debido a su cambiante política internacional.
En las elecciones presidenciales de 2018, Erdogan ganó la reelección con el 52% de los votos. Desde entonces, ha seguido fortaleciendo su control sobre el gobierno y la sociedad turca a través de amplios planes de gobierno a todo nivel los cuales han sido acusados por la oposición como “totalitarios”.
Sin embargo, en las elecciones municipales de 2019, el partido de Erdogan, el Partido de la Justicia y el Desarrollo (AKP), sufrió una derrota significativa en varias ciudades importantes, lo que sugiere que la popularidad del presidente ha disminuido.
La elección presidencial que se desarrollara el 14 de Mayo del 2023 es crucial para el futuro político de Turquía. Erdogan ha hecho hincapié en la necesidad de un liderazgo fuerte y ha prometido seguir liderando el país hacia un futuro más próspero. Sin embargo, muchos turcos principalmente en las grandes ciudades han caído bajo la propaganda occidental y se preocupan por la supuesta erosión de la democracia y la libertad bajo su liderazgo.
Además, la situación geopolítica de Turquía es complicada. El país se encuentra en una posición clave entre Europa y Asia, y tiene importantes intereses estratégicos en el Medio Oriente. También es un miembro de la OTAN, lo que le otorga un papel importante en la seguridad regional.
En los últimos años, Turquía ha estado involucrada en conflictos en Siria y Libia, y ha mantenido una relación tensa con varios países vecinos, incluyendo Grecia e Israel. Además, la economía turca ha enfrentado varios desafíos, incluyendo la importante inflación y la devaluación de la moneda que indudablemente han hecho mella en la imagen de Erdogan.
La reelección de Erdogan podría tener implicaciones significativas para la política regional. Erdogan ha buscado expandir la influencia de Turquía en la región, pero su liderazgo ha sido criticado por ser demasiado agresivo y por su involucramiento en conflictos en Siria y Libia aunque en los últimos años ha virado su política exterior y ha empezado a estrechar lazos con otras potencias regionales como lo es Irán.
Si Erdogan gana las elecciones, es posible que siga implementando su plan político en el país y que aumente la tensión en las relaciones con otros países de la región. Por otro lado, si pierde, es posible que se abra un nuevo capítulo en la política turca, con una mayor atención a las demandas de Occidente lo cual significara una capitulación total de la soberanía nacional de Turquía.
Las tensas relaciones con Occidente.
En los últimos años, las relaciones entre Turquía y Occidente, en particular con los Estados Unidos, se han tensado debido a varias cuestiones, incluyendo el intento de golpe de estado contra Erdogan apoyado por los Estados Unidos y por el cambio en la política exterior del gobierno de Erdogan en su acercamiento a Rusia.
En términos de la relación con los Estados Unidos, el gobierno de Erdogan ha criticado abiertamente la política exterior de la administración del presidente estadounidense Joe Biden, en particular en lo que respecta a su postura hacia Siria y la cuestión kurda. Además, ha habido desacuerdos sobre la compra de sistemas de defensa antiaérea rusos por parte de Turquía, lo que ha llevado a la exclusión de Turquía del programa F-35 de los Estados Unidos.
En respuesta, los Estados Unidos han impuesto sanciones a Turquía y han criticado públicamente el supuesto retroceso democrático y la falta de respeto a los derechos humanos en el país. Además, el Congreso estadounidense ha adoptado una postura crítica hacia Erdogan y su gobierno, lo que ha aumentado la tensión entre los dos países.
Posiciones independientes y nacionalistas.
Ante esto, el gobierno de Erdogan ha tomado una posición más independiente y nacionalista, tratando de fortalecer sus lazos con otros países como Rusia y China. Erdogan ha expresado su deseo de tener una mayor autonomía en la política exterior de Turquía y de no depender tanto de la OTAN y de los Estados Unidos.
Además, Erdogan ha impulsado una agenda más nacionalista en el país, buscando aumentar el orgullo y la identidad turca y reforzar la economía del país. Ha promovido políticas económicas orientadas al fortalecimiento interno del país y ha tomado medidas para controlar la inflación y la devaluación de la moneda.
Las tensas relaciones entre Turquía y Occidente, en particular con los Estados Unidos, se han potenciado en los últimos años debido a varias cuestiones políticas, económicas y geopoliticas. El gobierno de Erdogan ha tomado una posición soberana y ha demostrado que no dejara pisotear la dignidad de su país por parte de Occidente, de esta manera ha estado buscando aumentar la influencia y autonomía de Turquía en la región y reforzar la economía del país para convertir a Turquia en una gran potencia emergente pese a las consecuencias que esto claramente genera.
Erdogan, Putin y el mundo multipolar.
La relación de Erdogan con Rusia ha pasado por varias etapas. En el pasado, Erdogan y su gobierno criticaron duramente a Rusia y a su presidente Vladimir Putin, por su apoyo al gobierno popular de Bashar al-Assad en Siria y por su papel en el conflicto en Ucrania. Sin embargo, después del intento de golpe de estado y magnicidio en contra de Erdogan y al salvarse su vida debido al accionar de la inteligencia rusa que le advirtió respecto a los planes en su contra, Erdogan buscó mejorar indudablemente las relaciones con Moscú.
Desde entonces, Turquía y Rusia han fortalecido su relación en varios ámbitos de manera exponencial, incluyendo el comercio, la energía y la política exterior. Ambos países han cooperado en cuestiones como la resolución del conflicto en Siria y la construcción del gasoducto TurkStream, que conecta Rusia con Turquía.
Esta nueva relación entre Turquía y Rusia ha sido impulsada por varios factores. Por un lado, el gobierno de Erdogan ha buscado diversificar sus relaciones internacionales y reducir su dependencia de los Estados Unidos y de la OTAN. Además, Rusia ha visto en Turquía una oportunidad para fortalecer su posición en el Medio Oriente y para contrarrestar la influencia de Occidente en la región.
En este contexto, Erdogan ha promovido la idea de un mundo multipolar, donde varias potencias pese a su influencia y poder puedan convivir en paz defendiendo las soberanías nacionales y las identidades colectivas. Esta visión se ha enfrentado a la ideología de la cancelación cultural promovida por Occidente, que según Erdogan, busca imponer sus valores y su visión del mundo occidental a otros países.
En resumen, Erdogan ha pasado de ser un enemigo activo de Rusia a tener amplias relaciones con Moscú, promoviendo la idea de un mundo multipolar en contra de Occidente. Esta nueva relación con Rusia ha permitido a Turquía diversificar sus relaciones internacionales y reducir su dependencia de los Estados Unidos y la OTAN.
Estados Unidos apuesta a su candidato.
Tanto la administración de Estados Unidos como algunos países europeos, han expresado su claro apoyo al candidato opositor Kemal Kılıçdaroğlu quien bajo la influencia de la Unión Europea y de Estados Unidos logró crear una unión total de los partidos opositores para crear un gran frente para derrocar a Erdogan.
La preocupación de Occidente por las relaciones entre Turquía con potencias como Rusia, China, India e Irán han activado las alarmas de la OTAN de tal manera que se desempeña una campaña total sin desestimar recursos en busca de recuperar y obtener una Turquía débil y manipulable por los intereses de Occidente.
Esto ha llevado a que se adopten medidas, como la imposición de sanciones, la crítica pública y la suspensión de algunos programas de cooperación. Estas medidas son una forma de presión para dañar y debilitar el gobierno de Erdogan delante de la opinión publica nacional.
Por otro lado, el pueblo turco ha sido bombardeado con información falsa contraria a su presidente. En Turquía, los medios de comunicación están controlados en gran medida por el gobierno, pero a la vez existen importantes cadenas nacionales que reciben fondos de ONGs las cuales se han empeñado en una larga campaña de ataques y fake news en contra del presidente Erdogan.
En este contexto, Occidente ha jugado casi todas sus cartas en esta guerra fría en contra del presidente Erdogan, el cual paso de ser un socio primordial a ser una gran molestia para los mezquinos intereses que se tejen en las grandes capitales de Occidente, de esta forma se han tomado todas las medidas pertinentes para lograr un fracaso electoral de Erdogan o una victoria paupérrima lo cual lo obligue a pactar con diferentes sectores para lograr gobernabilidad y estar sujeto nuevamente a las decisiones y mandatos ajenos a los intereses nacionales de Turquía.
El panorama es sumamente complejo pero nos debe llevar a mirar con atención los sucesos que pueden llegar a acontecer y las derivaciones que esto mismo producirá en la política internacional a escala planetaria.