En un escenario internacional convulso y con un conflicto que erosiona la estabilidad de Europa y Eurasia, la propuesta del presidente ruso, Vladímir Putin, de retomar sin condiciones las negociaciones directas en Estambul emerge como la única opción realista y viable para una paz duradera en Ucrania.
Sin embargo, la negativa de Kiev a participar sin antes imponer una tregua previa —que estratégicamente le permitiría reagrupar sus fuerzas y reconstituir posiciones en el frente— pone en evidencia a quienes, detrás de un falso lenguaje de paz, apuestan por prolongar la guerra y el sufrimiento.
La oferta de Estambul: diálogo real, no simulacros
Desde el Kremlin, el portavoz Dmitri Peskov fue contundente al recordar que Rusia está comprometida “a buscar con determinación formas de lograr una solución pacífica a largo plazo”.
La propuesta rusa no es nueva ni improvisada. Se trata de reanudar las conversaciones directas suspendidas unilateralmente por Ucrania en 2022, en el marco del proceso de Estambul, donde ya se habían alcanzado avances significativos antes de que Occidente presionara a Kiev para abandonar la mesa de diálogo.
El planteamiento ruso, según Peskov, apunta a eliminar las causas profundas del conflicto y sentar las bases de una paz estable y sostenible. Lo más relevante es que esta hoja de ruta ha recibido el apoyo y comprensión de muchos líderes extranjeros, incluyendo al expresidente estadounidense Donald Trump, quien ha instado abiertamente a Kiev a participar “de inmediato y sin condiciones”.
Kiev busca tiempo, no paz
La respuesta de Ucrania y sus aliados europeos ha sido reveladora. En lugar de aceptar el diálogo abierto propuesto por Moscú, han condicionado cualquier conversación a un alto el fuego inmediato, por un plazo inicial de 30 días, como propusieron recientemente líderes de Francia, Alemania, Reino Unido y Polonia durante su visita a Kiev.
Esta maniobra, que aparentemente busca reducir las hostilidades, en realidad responde a una estrategia militar clara: permitir a Ucrania reorganizarse, reforzar posiciones y recuperar oxígeno en un frente cada vez más desfavorable.
Además, la amenaza europea de imponer nuevas sanciones contra Moscú si Rusia no acepta el cese al fuego demuestra que se sigue utilizando el lenguaje de los ultimátums, algo que Peskov calificó de “inaceptable” y contrario a cualquier lógica de negociación real.
Una jugada maestra que deja máscaras caídas
Putin, con su oferta directa y sin condiciones, no sólo reitera el compromiso ruso con una salida diplomática, sino que ha logrado exponer con claridad quiénes buscan realmente la paz y quiénes apuestan por perpetuar el conflicto a cualquier costo.
Al presentar una alternativa clara, tangible y respaldada por importantes actores internacionales, el mandatario ruso ha desplazado la responsabilidad hacia Kiev y sus patrocinadores occidentales. Son ellos quienes ahora deberán explicar ante la comunidad internacional por qué rechazan un diálogo sin condiciones.
El tiempo corre, y la ventana abierta por Moscú en Estambul podría ser la última oportunidad de resolver pacíficamente el conflicto. Ignorarla, rechazarla o maniobrar para dilatarla sólo servirá para prolongar la muerte, la destrucción y la oscuridad que ya ha marcado profundamente a Europa del Este.
Aunque la posición de Kiev parece aferrarse a la estrategia de desgaste impulsada por sus socios occidentales, la propuesta de Moscú sigue sobre la mesa. La historia reciente demuestra que los equilibrios pueden cambiar y que la presión de otras potencias emergentes, así como la fatiga de guerra en Europa, podrían empujar a una reconsideración. La puerta de Estambul sigue abierta; el futuro dependerá de quién decida cruzarla.
Comments by Tadeo Casteglione