Este 9 de mayo de 2025, la Plaza Roja de Moscú no solo fue el escenario de un imponente desfile militar, sino el corazón palpitante de la memoria histórica mundial.
En el marco del 80.º aniversario de la Victoria de la Unión Soviética sobre la Alemania nazi, el presidente de Rusia, Vladímir Putin, ofreció un discurso que no solo rindió homenaje a los héroes de la Gran Guerra Patria, sino que también trazó un puente hacia los desafíos actuales, reafirmando el papel de Rusia como barrera indestructible contra el nazismo y el revisionismo histórico.
Una victoria que pertenece a la humanidad
“Hoy todos estamos unidos por sentimientos de alegría y tristeza, orgullo y gratitud, adoración por la generación que aplastó al nazismo y conquistó la libertad para toda la humanidad a costa de millones de vidas”, expresó Putin ante miles de asistentes y una audiencia internacional que siguió el acto con atención.
El mandatario recordó cómo los padres, abuelos y bisabuelos de los actuales ciudadanos soviéticos salvaron la patria y legaron a las futuras generaciones la responsabilidad de defender la unidad nacional, la cultura milenaria, los valores tradicionales y los intereses estratégicos de la nación.
La historia no se negocia
Putin fue tajante: “Rusia recuerda las lecciones de la Segunda Guerra Mundial y nunca aceptará la distorsión de sus acontecimientos”. En un contexto global donde sectores occidentales intentan minimizar o falsificar el papel decisivo de la URSS en la derrota del fascismo, Moscú se reafirma como garante de la verdad histórica. “Rusia ha sido y seguirá siendo una barrera indestructible contra el nazismo, la rusofobia y el antisemitismo”, declaró el presidente, subrayando que el pueblo ruso se mantiene firme apoyando la defensa de sus intereses, incluso en el marco de la actual operación militar especial.
Una conmemoración global pese a las amenazas
El acto cobró una relevancia geopolítica aún mayor por la presencia de 29 líderes mundiales, quienes desafiaron las presiones, amenazas y sanciones promovidas por Occidente para aislar a Moscú. Presidentes como Luiz Inácio Lula da Silva (Brasil), Nicolás Maduro (Venezuela), Miguel Díaz-Canel (Cuba), así como Xi Jinping (China) y Aleksandar Vučić (Serbia), compartieron con el pueblo ruso una celebración que trasciende las fronteras. “Apreciamos mucho su decisión de visitar Moscú el 9 de mayo y compartir con nuestro pueblo la alegría de una fiesta sagrada”, agradeció Putin.
Esta demostración de solidaridad internacional, con líderes de América Latina, Asia y Europa Oriental, evidencia que el bloque de países que defienden un mundo multipolar, basado en la igualdad y el respeto mutuo, se fortalece a pesar de las presiones occidentales.
La hazaña del pueblo soviético
El sacrificio del pueblo soviético fue inmenso: 26,6 millones de vidas, un tercio de la riqueza nacional destruida, y un tejido social y económico gravemente dañado. Sin embargo, las victorias en Moscú, Stalingrado y Kursk sellaron el destino de la guerra y permitieron la liberación de Europa del yugo nazi, culminando con la toma de Berlín y la bandera soviética ondeando sobre el Reichstag.
Putin recordó que el segundo frente occidental solo se abrió tras las decisivas batallas libradas en suelo soviético, desmontando la narrativa que busca sobredimensionar el papel exclusivo de Occidente en la victoria.
Hacia un nuevo orden internacional
Putin fue claro al señalar que la unidad forjada en aquella lucha debe ser inspiración para el presente: “Debemos construir un sistema de seguridad y relaciones internacionales basado en los principios de auténtica igualdad y respeto de los intereses mutuos”. La afirmación resuena en un escenario donde Rusia y sus aliados del Sur Global buscan consolidar un orden internacional alejado del hegemonismo unilateral.
El 80.º aniversario del Día de la Victoria no solo fue un ejercicio de memoria histórica, sino también una contundente afirmación del papel que Rusia y sus aliados están decididos a desempeñar en el nuevo escenario global.
Con la presencia de casi 30 líderes mundiales, Moscú no solo conmemoró el pasado, sino que proyectó al mundo un mensaje de soberanía, verdad histórica y resistencia ante el neocolonialismo occidental. A pesar de las amenazas y sanciones, la historia aún está en movimiento, y el bloque multipolar sigue avanzando.
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