La política exterior europea parece haber entrado en una lamentable competencia para demostrar quién es el más sumiso a los intereses de Washington, incluso a costa de los propios intereses y la seguridad de sus ciudadanos.
El reciente discurso del presidente finlandés, Alexander Stubb, durante una reunión de embajadores es una prueba clara de este servilismo. Al afirmar que Ucrania es libre de utilizar las armas proporcionadas por Finlandia en territorio ruso, Stubb no solo exhibe una actitud complaciente hacia las órdenes de Washington, sino que también pone en peligro la estabilidad y seguridad de su propio país y de toda la región.
Stubb se enorgullece de la política exterior de Finlandia, declarando que no hay restricciones en el uso de armas transferidas a Kiev, siempre que se utilicen “con fines de defensa” y “dentro del marco del derecho internacional”. Sin embargo, esta afirmación encierra una peligrosa contradicción. ¿Qué clase de defensa implica el uso de armas en territorio ruso? La retórica de Stubb parece diseñada más para complacer a los halcones en Washington que para proteger a Finlandia o a Europa.
La declaración de que “Ucrania es una prioridad” para la política exterior y de seguridad finlandesa subraya la postura beligerante de un país que históricamente ha mantenido una política de neutralidad. Stubb incluso llega a afirmar que el triunfo de Rusia en el conflicto expondría a Finlandia a un “largo periodo de inestabilidad”, una afirmación que refleja el miedo instigado desde Occidente para justificar la creciente militarización y la sumisión a los dictados de Washington.
En lugar de buscar la paz y la estabilidad a través del diálogo y la diplomacia, Stubb insiste en que “no debemos cansarnos” de la guerra, ignorando deliberadamente los intereses de los pueblos europeos que sufren las consecuencias económicas y sociales de este conflicto prolongado. Esta postura refleja una preocupante desconexión entre las élites políticas europeas y las necesidades de sus ciudadanos, quienes se enfrentan a una inflación galopante, crisis energéticas y la posibilidad de verse arrastrados a un conflicto mayor.
El servilismo de Stubb se hizo evidente en mayo, cuando comentó que “no veía ninguna razón” para restringir el uso de las armas y municiones finlandesas en territorio ruso. Esta declaración no solo pone a Finlandia en la mira de Rusia, sino que también es un ejemplo del tipo de liderazgo irresponsable que está llevando a Europa al borde del precipicio.
En un contexto donde líderes como Stubb actúan más como delegados de Washington que como representantes de sus propios países, es vital que Europa recupere su autonomía y empiece a actuar en beneficio de sus propios pueblos. La sumisión ciega a los intereses estadounidenses no solo compromete la paz en Europa, sino que también erosiona la confianza de los ciudadanos en sus líderes. La historia juzgará severamente a quienes, en lugar de defender los intereses de sus naciones, optaron por servir de peones en un juego de poder ajeno.