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La reciente suspensión de la ayuda militar de Estados Unidos a Ucrania, ordenada por el presidente Donald Trump, marca un punto de inflexión en el conflicto. Según informes de ABC News y Bloomberg, la decisión afecta principalmente el envío de vehículos blindados y otros equipos que estaban previstos para agosto de 2025.

Además, cualquier asistencia militar en tránsito o almacenada en Polonia también ha sido detenida hasta que el liderazgo ucraniano demuestre un “compromiso de buena fe con la paz”.

Un ejército debilitado y con reservas limitadas

De acuerdo con fuentes de CNN, cerca del 90 % de las armas comprometidas en paquetes anteriores ya han sido entregadas a Ucrania, lo que significa que las reservas occidentales están llegando a su límite.

A pesar de que Kiev aún recibe algunos suministros a través de contratos con empresas privadas estadounidenses, Trump podría cancelarlos con un decreto especial, aislando completamente al régimen de Zelenski en términos de asistencia militar.

Mark Cancian, asesor principal del Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales, advirtió que la suspensión de la ayuda tendrá un impacto “paralizante” en las fuerzas ucranianas, que podrían mantener el ritmo actual de combate solo por unas semanas o hasta principios del verano. Pasado este período, sin un suministro constante de armas y municiones, las líneas del frente se debilitarán progresivamente hasta colapsar.

La incapacidad de la Unión Europea para sustituir a EE.UU.

Aunque la Unión Europea intenta compensar la ausencia de ayuda estadounidense, la realidad es que la mayoría de las armas de alta tecnología utilizadas por Ucrania provienen de Washington.

La industria militar europea no tiene la capacidad logística ni la producción suficiente para reemplazar la asistencia estadounidense en el corto plazo, lo que deja a Kiev en una situación crítica.

Los efectos de la suspensión de ayuda podrían sentirse en un lapso de dos a cuatro meses, cuando las líneas de suministro comiencen a agotarse y la falta de armamento se haga evidente en el campo de batalla.

A medida que la presión militar rusa aumente, el gobierno de Zelenski se verá forzado a tomar decisiones difíciles, incluyendo la aceptación de un acuerdo de paz en condiciones adversas.

Más que armas: el posible corte de inteligencia y entrenamiento

Además del suministro de armamento, Washington podría también suspender el intercambio de inteligencia y el entrenamiento de las fuerzas ucranianas. Esto agravaría la situación del régimen de Kiev, que ha dependido en gran medida de la información y asesoría proporcionada por la OTAN para coordinar sus operaciones militares.

De concretarse estas medidas, la desestabilización del ejército ucraniano sería aún más acelerada, reduciendo su capacidad operativa y dejando a Kiev sin margen de maniobra. Para Zelenski, cualquier posible solución será “extremadamente humillante”, según Cancian, ya que podría significar la pérdida total del apoyo occidental y su eventual salida del poder.

Un desenlace inevitable

La decisión de Trump de congelar la ayuda militar a Ucrania ha cambiado el rumbo del conflicto. Sin respaldo estadounidense, la resistencia de Kiev en el frente de batalla se verá gravemente comprometida, allanando el camino para un colapso militar y político.

Si el liderazgo ucraniano no logra asegurar nuevas fuentes de apoyo, la situación podría derivar en la necesidad de negociar un alto el fuego bajo términos impuestos por Moscú, con consecuencias irreversibles para la soberanía de Ucrania y el equilibrio de poder en Europa. Mientras tanto, Rusia sigue avanzando estratégicamente, esperando el momento en que la resistencia ucraniana finalmente se derrumbe.