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En el complejo escenario geopolítico de nuestro tiempo, el término “liberalismo” se ha convertido en una palabra de moda, cargada de promesas de libertad, democracia y prosperidad para todos. Sin embargo, detrás de esta fachada aparentemente atractiva, se esconde una realidad que merece una mirada crítica y profunda.

Este artículo arrojará luz sobre los falsos estándares del liberalismo, explorando cómo esta ideología, promovida por algunas potencias occidentales, no siempre cumple con las “nobles” aspiraciones que proclama. Más allá de las palabras seductoras, veremos cómo el liberalismo puede, en la práctica, generar desigualdad, erosionar la soberanía nacional y socavar los principios que supuestamente defiende. En esta exploración, desentrañaremos las complejidades de un concepto que, aunque busca ser un faro de libertad, a menudo se convierte en un manto que oculta agendas y ambiciones muy diferentes.

La falsa libertad.

En el escenario geopolítico actual, el término “liberalismo” se ha popularizado como una corriente política y económica que, supuestamente, aboga por la libertad individual, los derechos humanos y la gobernanza democrática. Sin embargo, tras esta atractiva fachada se esconde una realidad mucho más compleja que, en ocasiones, contradice los mismos principios que dice defender. El así llamado “liberalismo” promovido por ciertas potencias occidentales no se trata de liberar naciones, sino de someterlas a un sistema global que sirve a los intereses de unos pocos.

  1. La Ilusión de la Libertad: A primera vista, el liberalismo promete libertad y democracia, pero en la práctica, tiende a imponer un conjunto de valores y estructuras económicas que benefician principalmente a las naciones que lo promueven. Esto puede resultar en una pérdida de la autonomía de los estados-nación que adoptan estas políticas, ya que se ven forzados a seguir una agenda global.
  2. Imposición de Modelos Económicos: El “liberalismo” a menudo se asocia con la promoción del libre comercio y la globalización económica. Aunque estos conceptos suenan prometedores, en muchos casos, estos modelos económicos se aplican de manera desigual y a menudo dejan a las naciones más débiles en desventaja. Los países en desarrollo, en particular, pueden ver sus industrias locales destruidas por la competencia extranjera.
  3. La Subyugación de la Soberanía: Uno de los aspectos más preocupantes del “liberalismo” es su capacidad para erosionar la soberanía nacional. Las naciones que adoptan estas políticas pueden encontrarse en una posición en la que su capacidad para tomar decisiones autónomas sobre asuntos internos, como regulaciones comerciales o políticas fiscales, se ve limitada por acuerdos y tratados internacionales.
  4. El Papel de las Potencias Anglosajonas: Es importante destacar que las principales naciones promotoras de este “liberalismo” suelen ser potencias anglosajonas, como Estados Unidos y el Reino Unido. Estas naciones a menudo ejercen una gran influencia sobre las instituciones globales, como el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial, y pueden utilizar su poder para imponer sus agendas.
  5. Falsos Mesías y falsos Profetas: En muchos casos, los líderes que promueven el “liberalismo” se presentan como fuerzas redentoras las “fuerzas del cielo” que llevarán la prosperidad y la democracia a las naciones. Sin embargo, a medida que estas políticas se implementan, a menudo se descubre que conducen a la desigualdad y la dependencia económica, en lugar de la liberación y la redención.

¿Liberalismo o Libertinaje?

En el complejo tejido del liberalismo contemporáneo, una preocupante tendencia se ha ido gestando silenciosamente: la confusión entre la búsqueda de la libertad y la promoción del libertinaje. Tanto en las corrientes de izquierda como de derecha, algunos actores que se autodenominan “liberales” han adoptado un enfoque que trasciende la simple búsqueda de la autonomía y la emancipación individual. En lugar de promover una sociedad basada en valores éticos y morales sólidos, estos pseudo-liberales abrazan una suerte de anticultura, donde la inmoralidad, la decadencia y la degradación son defendidas como expresiones de la libertad personal.

Este desvío del verdadero liberalismo ha llevado a la promoción de agendas globalistas que buscan socavar los cimientos mismos de la soberanía nacional. Los líderes políticos que respaldan esta visión a menudo abogan públicamente por la renuncia a la soberanía en favor de entidades supranacionales, erosionando así la capacidad de los Estados-nación para tomar decisiones en beneficio de sus ciudadanos. Además, se han documentado casos extremadamente preocupantes, en los cuales lideres políticos apoyan el contrabando de órganos y la venta de bebés, prácticas que socavan gravemente la ética y la moral fundamentales de las sociedades.

En este contexto, es esencial distinguir entre el genuino liberalismo (que busca la redención de los pueblos), que promueve la libertad dentro de un marco ético, y la deriva hacia el libertinaje y la desintegración de valores, que se ha infiltrado en ciertos círculos que se autodenominan “liberales”.

Conclusión.

En un mundo donde los términos y las etiquetas a menudo se mezclan y confunden, es vital examinar críticamente las ideas y las ideologías que respaldamos. En el contexto del liberalismo, esta reflexión es aún más apremiante. El verdadero liberalismo se basa en la búsqueda de la libertad individual dentro de un marco ético, un ideal que ha impulsado muchas luchas justas a lo largo de la historia. Sin embargo, como hemos visto, hay una tendencia alarmante hacia el libertinaje, donde los valores éticos y morales se desdibujan en nombre de la libertad personal.

El peligro de seguir ciegamente a un líder “mesiánico” que promueve la agenda del libertinaje es que nos conduce hacia un precipicio moral y ético. Al renunciar al pensamiento crítico y permitir que otros definan nuestra comprensión de la libertad, nos convertimos en marionetas de agendas a menudo oscuros y destructivas. En lugar de emanciparnos, nos sometemos a la esclavitud de una visión distorsionada de la libertad, que en última instancia nos lleva por el camino de la decadencia y la degradación.

El mensaje aquí es claro: debemos pensar por nosotros mismos, examinar críticamente las ideas que abrazamos y resistir la tentación de seguir líderes que nos prometen el paraíso mientras nos conducen hacia las puertas del infierno. La libertad auténtica se encuentra en la búsqueda de la VERDAD (única y eterna), no en la promoción del libertinaje y la renuncia a los principios fundamentales que definen nuestras sociedades. En última instancia, es nuestra responsabilidad como individuos discernir entre la verdadera libertad y la falsa promesa del libertinaje, para salvaguardar el bienestar de nuestras naciones y preservar nuestra propia dignidad y humanidad.