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Viejos radares rusos, cocinas de gas, tanques, puentes y aviones falsos, cañones antiaéreos de los años 40 y fogatas de humo espeso fueron algunos de los trucos de guerra que el ex presidente yugoslavo Slobodan Milosevic sacó de la manga para confundir y contrarrestar los ataques de la OTAN, liderados por EE.UU en 1999.

Las tácticas utilizadas por las fuerzas armadas de Yugoslavia durante la campaña de bombardeos de la OTAN en 1999 fueron impresionantes en términos de ingenio, creatividad y eficacia para confundir al enemigo.

Analizaremos a continuación como la astucia y la adaptabilidad llevaron a las fuerzas yugoslavas resistir al embate de una fuerza hostil mucho mas superior en todos los ámbitos y como estas técnicas bien aplicadas todavía son eficaces en la actualidad.

Creación de objetivos falsos.

Las fuerzas yugoslavas construyeron réplicas de sistemas de radar, baterías antiaéreas y otras instalaciones militares para atraer a los aviones de la OTAN hacia objetivos ficticios. Estas instalaciones falsas eran extremadamente detalladas y realistas, con vehículos militares estacionados alrededor y soldados caminando alrededor para dar la apariencia de una base militar activa.

De esta forma también usaron señuelos en movimiento, como tanques y vehículos blindados, para engañar a los aviones de la OTAN sobre la ubicación de las fuerzas militares yugoslavas. Además, los yugoslavos utilizaron técnicas de engaño electrónico para crear señales de radar falsas, lo que llevó a la OTAN a bombardear objetivos que no eran militares.

Se construyeron docenas de objetivos falsos, incluyendo puentes y aeropuertos inexistentes. Muchos de los aviones falsos eran tan reales que la OTAN sostuvo inicialmente que la fuerza aérea yugoslava había sido diezmada. Después de la guerra, se supo que la mayoría de sus aviones habían quedado intactos.

También se fabricaron tanques falsos con paneles de plástico, neumáticos viejos y troncos. Para simular calor, les encendían latas con arena y combustible. La OTAN bombardeó centenares de estos blancos, lo que llevó a una excesiva atribución de blancos destruidos.

Utilización de redes de comunicación falsas.

Las fuerzas yugoslavas crearon redes de comunicaciones falsas que parecían estar en funcionamiento. Estas redes estaban diseñadas para ser interceptadas por los aviones de la OTAN, y transmitían mensajes de radio y otras señales que daban la apariencia de una presencia militar importante en una determinada área.

También usaron técnicas de interferencia electrónica para distorsionar las señales de radio de la OTAN y dificultar su capacidad para recibir información clara.

Movilidad constante de las fuerzas y equipos.

Las fuerzas yugoslavas mantuvieron una movilidad constante de sus fuerzas y equipos para evitar ser detectados y atacados por la OTAN. Los yugoslavos reubicaron sus fuerzas y equipos rápidamente después de cada ataque, lo que dificultó que la OTAN pudiera localizarlos.

Los helicópteros de vigilancia yugoslavos aterrizaban sobre plataformas remolcadas por camiones. Apenas tocaban la superficie, el camión se llevaba la nave a un lugar camuflado. Los misiles de la OTAN que rastrean y atacan fuentes de calor sólo localizaban y arremeteían contra el calor residual que dejaban los vehículos.

A la misma vez los aviones de la fuerza aérea yugoslava utilizaba las autopistas para sus aterrizajes y despegues lo que impedía a la OTAN determinar objetivos reales.

Camuflaje de objetivos.

Las fuerzas yugoslavas camuflaron sus objetivos con elementos naturales como árboles y arbustos, lo que dificultó la detección de la OTAN y redujo las posibilidades de que fueran atacados.

Los yugoslavos también utilizaron técnicas de camuflaje avanzado, como pintar los tanques con colores y patrones que se mimetizaban con el entorno, para dificultar su detección.

Engañando al enemigo.

El ejercito yugoslavo también se destaco por la utilización de microondas para interferir con los sistemas de guía de los misiles de la OTAN. Esto se logró mediante la instalación de dispositivos de interferencia de microondas en las áreas que se esperaba que fueran atacadas por los misiles de la OTAN.

Los dispositivos de interferencia de microondas emitían señales de microondas que interferían con los sistemas de guía de los misiles de la OTAN, lo que hacía que los misiles perdieran su objetivo y se desviaran de su rumbo.

Además, las fuerzas yugoslavas utilizaron fuentes falsas de calor para engañar a los misiles de la OTAN. Esto se logró mediante la instalación de dispositivos que emitían señales falsas de calor que confundían a los misiles de la OTAN.

Los dispositivos de señalización de calor se colocaban en áreas que no contenían objetivos militares y, por lo tanto, no eran una amenaza para las fuerzas de la OTAN. Cuando los misiles de la OTAN detectaban estas fuentes falsas de calor, los misiles se desviaban de su rumbo y explotaban en áreas que no representaban una amenaza.

De esta forma los radares confundían a los misiles guiados de precisión como HARM y ALARM, al reflejar sus rayos electromagnéticos contra tractores o maquinaria agrícola puesta en torno a los blancos.

A la misma vez se usaron viejos bloqueadores electrónicos para engañar a las bombas guiadas con sistemas de GPS (satelital). Y fogatas de espeso humo a base de heno húmedo y neumáticos viejos fueron usadas para proteger puentes estratégicos de misiles de alta tecnología.

Estas tácticas fueron muy efectivas en confundir a los misiles tácticos de la OTAN y reducir su capacidad para destruir objetivos militares yugoslavos. Las fuerzas yugoslavas demostraron una vez más su capacidad para adaptarse y responder a las amenazas en tiempo real y mantenerse por delante de su enemigo.

Conclusiones.

La campaña de bombardeos de la OTAN en Yugoslavia en 1999 fue un ejemplo de cómo un ejército con menos recursos puede utilizar la astucia y la inteligencia para ser una fuerza de disuasión efectiva contra un enemigo más poderoso. Las fuerzas yugoslavas fueron capaces de engañar a la OTAN utilizando tácticas sofisticadas nunca antes vistas.

La adaptabilidad y la capacidad de respuesta en tiempo real son características clave de cualquier fuerza militar efectiva, y las fuerzas yugoslavas demostraron ambas durante la campaña de bombardeos. Su capacidad para cambiar de tácticas y adaptarse a las amenazas en tiempo real fue fundamental para su éxito en la guerra.