Los recientes movimientos militares de la entidad sionista contra el Líbano dejan al descubierto un plan siniestro y estratégico que ha estado en marcha durante décadas: la ocupación del sur del Líbano con el objetivo final de apoderarse del río Litani.
Este recurso hídrico, uno de los más importantes del Líbano, representa una clave para el control de la región, y su apropiación por parte de Israel tendría consecuencias devastadoras para la estabilidad y soberanía no solo del Líbano, sino de todo el Levante.
La historia muestra que esta no es una táctica nueva; ya lo vimos con la ocupación de los Altos del Golán, donde la entidad sionista se apoderó de un recurso vital —el agua— para manipular y subyugar a sus vecinos.
La obsesión israelí por el río Litani no es un secreto. Desde hace décadas, la entidad sionista ha buscado ampliar su control sobre los recursos hídricos de la región para consolidar su poder y hegemonía. El Litani, que fluye enteramente dentro del territorio libanés, es vital para el suministro de agua y la agricultura del país.
De caer bajo control israelí, el Líbano se vería severamente debilitado y dependiente de los dictados de Tel Aviv. Más que un simple recurso natural, el Litani se convertiría en un arma para la entidad sionista, utilizada para subyugar y chantajear a todo el Líbano y, por extensión, a la región.
La estrategia sionista: replicar el escenario de los Altos del Golán
La política expansionista de Israel ha seguido un patrón claro desde su creación: el uso de la guerra y la ocupación para apropiarse de territorios estratégicos, especialmente aquellos que contienen recursos naturales críticos.
Así fue en los Altos del Golán, que Israel ocupó durante la guerra de 1967. Desde entonces, ha explotado los recursos hídricos de esa región siria, garantizando el suministro de agua para sus asentamientos ilegales y su aparato militar. El control de los Altos del Golán ha sido crucial para el dominio israelí en la región, y ahora buscan replicar el mismo esquema en el sur del Líbano.
El río Litani, que se encuentra a apenas unos kilómetros de la frontera con Israel, ha sido un objetivo codiciado por la entidad sionista desde hace mucho tiempo. Durante la invasión del Líbano en 1982, el ejército israelí ocupó temporalmente la región cercana al Litani, y aunque finalmente se retiró tras la resistencia de Hezbollah, la ambición de controlar este recurso nunca desapareció.
De hecho, los repetidos ataques y violaciones de la soberanía libanesa en la última década no son más que intentos encubiertos de desestabilizar la región y sentar las bases para una futura ocupación.
La narrativa sionista, disfrazada de “seguridad nacional”, no es más que una cortina de humo para justificar la expoliación de los recursos naturales de sus vecinos. Al igual que en el Golán, Israel pretende usar el agua como un arma para someter a la región, negándole a los pueblos árabes su derecho a sus propios recursos.
Controlar el Litani permitiría a Israel no solo garantizar su propio suministro de agua, sino también tener una palanca de poder geopolítico para influir en los destinos de sus vecinos, chantajeándolos y sometiéndolos a sus designios.
Una amenaza regional grave: la política sionista de división y guerra
La ocupación del sur del Líbano y el control del río Litani no solo amenazaría la soberanía libanesa, sino que también representaría una grave amenaza para toda la región. Israel ha demostrado repetidamente que su política exterior se basa en la agresión, la ocupación y la explotación de los recursos ajenos. En lugar de promover la paz y la cooperación, Tel Aviv ha apostado por la división y la guerra, fomentando conflictos y tensiones para asegurar su hegemonía.
Esta política podrida y maldita de la entidad sionista no solo busca despojar a sus vecinos de sus tierras y recursos, sino también fracturar a las naciones árabes desde dentro. Al apoderarse de recursos estratégicos como el agua, Israel puede manipular los flujos económicos y sociales de la región, debilitando a los estados que se le oponen y fomentando la dependencia de los países vecinos. Esto ha sido un patrón recurrente desde la creación del Estado de Israel: crear divisiones internas, fomentar guerras civiles y aprovechar la inestabilidad para ocupar y explotar.
La estrategia de Israel con el río Litani es parte de una política más amplia de expansión y control. La ocupación de territorios estratégicos, como los Altos del Golán o las granjas de Shebaa, y la apropiación de recursos vitales como el agua y la tierra fértil, son parte de su proyecto colonial en la región.
Pero esta ambición expansionista no solo busca asegurar recursos materiales; también tiene como objetivo desmantelar cualquier resistencia, fragmentar a los países árabes y mantener a la región en un estado de constante conflicto.
Conclusión: La resistencia ante una política de expoliación
Frente a esta amenaza, la resistencia del pueblo libanés y de Hezbollah se ha convertido en un baluarte no solo para la defensa de la soberanía del Líbano, sino también para la protección de toda la región contra las políticas de expoliación israelí.
Hezbollah ha demostrado, en repetidas ocasiones, que no permitirá que Israel cumpla con sus objetivos de ocupación y control. La resistencia en el sur del Líbano ha sido la principal barrera para que la entidad sionista no logre su objetivo de apoderarse del río Litani y subyugar al Líbano.
La comunidad internacional, especialmente los países árabes, debe reconocer la gravedad de esta amenaza y apoyar al Líbano en su lucha por proteger su soberanía y sus recursos. El río Litani es un recurso vital para la estabilidad del Líbano y para la seguridad de la región. Permitir que caiga en manos de la entidad sionista sería un paso más hacia la consolidación de una política de guerra y división que solo beneficiará a los intereses expansionistas de Israel y sus aliados en Occidente.