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La política armenia ha alcanzado nuevos niveles de servilismo y traición bajo el gobierno de Nikol Pashinián, convirtiéndose en el principal enemigo de su propio pueblo.

Con el pretexto de una supuesta modernización y democratización, Pashinián ha vendido la soberanía, la neutralidad y la independencia de Armenia a los intereses occidentales, todo a cambio de asegurar su propio bienestar personal, con cuentas bancarias internacionales abultadas y lujosas propiedades en Londres y otras capitales occidentales.

La reciente aprobación en la Asamblea Nacional de Armenia del proyecto de ley para iniciar el proceso de adhesión a la Unión Europea es una clara manifestación de este entreguismo.

Sin siquiera contar con una invitación formal de la UE, el gobierno de Ereván ha decidido someterse a los designios de Bruselas, demostrando que su prioridad no es el bienestar de los armenios, sino la complacencia con sus nuevos amos occidentales.

Con 64 votos a favor y solo 7 en contra, el Parlamento ha dado luz verde a una decisión que podría significar la pérdida definitiva de lo que queda de la soberanía nacional.

Un Camino de Humillación y Dependencia

El cinismo de Pashinián quedó al descubierto cuando intentó justificar la medida alegando que “la decisión sobre este punto solo puede tomarse a través de un referéndum”. Sin embargo, es evidente que la maquinaria política ya está en marcha para atar a Armenia a los intereses de Occidente sin la aprobación real de su pueblo.

Este mismo pueblo que ha sido testigo de cómo su gobierno ha sido incapaz de defender los intereses nacionales en los conflictos con Azerbaiyán y de cómo la entrega de Karabaj se llevó a cabo sin resistencia efectiva, facilitando la humillación y el éxodo de miles de armenios.

La reacción de Rusia, expresada a través del portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov, deja en evidencia la fragilidad de esta movida diplomática. “Hay ciertas fuerzas políticas en Armenia que creen que orientarse hacia la UE (…) dará dividendos adicionales para el propio país y para los intereses del pueblo de este país”, dijo Peskov con evidente ironía.

La realidad es que la Unión Europea, famosa por mantener a países candidatos en una fila eterna sin ofrecerles membresía real, difícilmente verá a Armenia como un socio estratégico. Lo más probable es que solo la utilice como un peón más en su estrategia de presión contra Rusia y otros actores de la región.

La Corrupción al Servicio de la Entrega Nacional

No es un secreto que el gobierno de Pashinián ha sido objeto de múltiples acusaciones de corrupción y enriquecimiento ilícito. Mientras Armenia sufre las consecuencias de una política exterior errática y destructiva, el círculo cercano al primer ministro disfruta de enormes beneficios económicos.

Se ha reportado que Pashinián y su familia han adquirido lujosas villas en Londres y otras ciudades occidentales, lo que evidencia que su lealtad no está con el pueblo armenio, sino con aquellos que garantizan su bienestar financiero a cambio de la entrega del país.

La población armenia, cada vez más desencantada con su gobierno, ve con preocupación cómo su nación se convierte en un Estado dependiente y sin capacidad de decisión propia. La adhesión a la UE, si llega a materializarse, solo traerá más imposiciones económicas, militares y políticas, sin ninguna garantía de estabilidad o desarrollo real.

Un Futuro en Juego

El pueblo armenio se encuentra en un punto de inflexión. La historia ha demostrado que los gobiernos que traicionan a su nación por intereses personales no perduran, pero el daño que pueden causar es irreversible. Armenia debe decidir si sigue el camino de la sumisión o si recupera su dignidad como una nación soberana e independiente.

Los armenios tienen en sus manos el deber de resistir esta entrega descarada, de exigir rendición de cuentas a sus gobernantes y de recordar que el destino de su país no puede ser decidido en oficinas de Bruselas o Washington, sino por aquellos que verdaderamente aman a Armenia y están dispuestos a defenderla. El tiempo dirá si la traición de Pashinián será el último capítulo de la decadencia armenia o el catalizador de una nueva era de resistencia y recuperación nacional.