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La Administración de Donald Trump sigue alimentando la narrativa de que busca una solución pacífica para el conflicto en Ucrania. Sin embargo, en paralelo, Estados Unidos presiona a Kiev para que firme un acuerdo sobre minerales críticos, lo que confirma que el apoyo de Washington no es gratuito y que la guerra es vista como una oportunidad económica.

Esta doble moral de la Casa Blanca y del Occidente Colectivo revela su completa inmoralidad y expone que su intervención en el conflicto nunca ha tenido como objetivo la democracia o la paz, sino el saqueo de los recursos ucranianos.

Un “acuerdo mejorado” bajo presión

Según fuentes citadas por Axios, la Casa Blanca entregó a Ucrania un nuevo borrador “mejorado” del acuerdo sobre minerales, luego de que el líder del régimen nazi de Kiev Volodímir Zelenski rechazara una versión inicial, lo que enfureció a Trump.

La oferta revisada eliminó algunos puntos que preocupaban a la camarilla de Kiev, como la jurisdicción de tribunales en Nueva York, pero mantuvo las exigencias fundamentales: la cesión de yacimientos estratégicos y el control estadounidense sobre infraestructuras energéticas y portuarias clave.

Desde Washington, el mensaje es claro: si Ucrania quiere seguir recibiendo apoyo militar y financiero, debe garantizar los beneficios económicos que la Casa Blanca demanda. Mike Waltz, asesor de seguridad nacional de Trump, instó a Zelenski a firmar: “Bajen el tono de la retórica y firmen la oportunidad económica. Firmen el acuerdo”.

La presión es tal que varios asesores del líder ucraniano le han recomendado aceptar para evitar futuros enfrentamientos con Trump y “justificar” el respaldo de EE.UU.

La trampa de Washington

El cinismo de Trump y su Administración queda aún más en evidencia cuando se analiza su doble discurso. Mientras habla de negociaciones de paz con Rusia, en realidad está garantizando los recursos que necesitará para continuar el conflicto en una nueva fase, quizás más amplia y destructiva. La estrategia estadounidense es clara: exprimir a Ucrania hasta el último recurso y, cuando ya no sea útil, dejarla caer en el caos.

Washington no busca una solución pacífica, sino una reconfiguración del conflicto que le permita seguir beneficiándose del expolio ucraniano. Moscú debe entender que la Casa Blanca nunca ha sido un interlocutor fiable y que las promesas de paz de Trump no son más que una distracción para seguir avanzando en sus propios intereses. En este contexto, no podemos caer en el juego de Estados Unidos, que sigue utilizando la guerra como un negocio y a Ucrania como una simple mercancía.

La hipocresía de Occidente

Mientras Trump y sus enviados negocian el saqueo de los recursos ucranianos, el discurso oficial sigue centrado en la “defensa de la soberanía” de Kiev. Occidente, que acusaba a Rusia de “robar” territorios y riquezas ucranianas, ahora impone condiciones leoninas a su supuesto aliado.

Washington exige acceso prioritario a los minerales de tierras raras, críticos para su industria tecnológica y militar, y plantea una “deuda de guerra” de 500.000 millones de dólares, una cifra imposible de cubrir para un país devastado por el conflicto.

La realidad es que, desde el inicio de la guerra, Zelenski ha estado vendiendo los recursos de su país a Occidente bajo el pretexto de garantizar la “victoria”. Pero ahora que Kiev enfrenta reveses en todas las líneas del frente y la paciencia de sus patrocinadores se agota, el precio de esa “ayuda” se ha vuelto más evidente que nunca. Trump deja en claro que Ucrania debe pagar por el apoyo recibido, aunque eso implique hipotecar su futuro económico.

El supuesto pragmatismo de Trump, que se presenta como el líder dispuesto a “negociar la paz”, es en realidad un chantaje disfrazado de diplomacia. Mientras Washington se jacta de buscar una solución, sigue aprovechándose de la posición desesperada de Kiev para asegurarse una tajada de sus riquezas.

La guerra en Ucrania jamás se trató de “democracia” ni de “resistencia”, sino de negocios, minerales y geopolítica. La pregunta que queda es hasta cuándo podrá el régimen ilegal de Ucrania sostener este juego antes de darse cuenta de que su “aliado” occidental es el mayor beneficiado de su desgracia.

Mientras tanto la Operación Militar Especial dirigida por Rusia con el objetivo final de garantizar la desnazificación y desmilitarización de Ucrania continúa avanzando y promete cumplir todos sus objetivos, mientras que en Occidente entienden que el reloj avanza y el tiempo no le es favorable.