El régimen de Israel ha llegado a un punto de desenfreno absoluto, ignorando las voces internacionales y perpetuando una política de agresión y violencia desmedida tanto contra Líbano como en su brutal genocidio contra el pueblo palestino en Gaza.
Bajo el mando de Benjamín Netanyahu, Israel ha demostrado una vez más su desprecio por cualquier forma de contención o diálogo, optando por seguir una agenda unilateral que ha dejado miles de muertos y desplazados, especialmente en Gaza, donde el asedio y los bombardeos continúan incesantemente. Esta locura, impulsada por una visión mesiánica extremista, militarista y expansionista, ha sumido a la región en un ciclo interminable de violencia.
El reciente artículo de The Washington Post revela una escalofriante realidad: Israel no solo planea continuar con su invasión contra Líbano y el genocidio en Gaza, sino que además tiene entre sus planes un ataque a gran escala contra Irán. A pesar de las advertencias y los intentos de mediación de diversas potencias, Israel parece decidido a seguir adelante con una operación que podría desatar un conflicto aún mayor en Medio Oriente.
Netanyahu ya discutió estos planes con la Administración de Joe Biden, informando sobre los objetivos iraníes que pretende atacar. Sin embargo, tal como lo comunicó la oficina del primer ministro israelí, aunque se escuchan las opiniones de Washington, la decisión final se tomará con base en los “intereses nacionales” de Israel, lo que en esencia significa que Netanyahu seguirá su curso destructivo, ignorando completamente las repercusiones internacionales.
Este enfoque no solo refleja una actitud arrogante, sino también una total desconexión de la realidad. Israel actúa como si estuviera por encima de cualquier ley o norma internacional, cometiendo crímenes de guerra bajo la mirada indiferente de sus aliados occidentales. La comunidad internacional observa con horror cómo Israel continúa con la invasión de Líbano y el genocidio sistemático contra los palestinos en Gaza, pero hasta ahora ha sido incapaz de frenar esta maquinaria de destrucción.
La declaración de una fuente cercana a Netanyahu, que afirmó que el mandatario no esperará una “luz verde” de la Administración Biden para atacar Irán, subraya el carácter desenfrenado y temerario del régimen sionista. La cuestión aquí no es solo el ataque en sí, sino el desprecio total por cualquier forma de consulta o respeto hacia sus aliados.
Israel se ha embarcado en un camino de agresión que amenaza con desestabilizar aún más una región ya fracturada por años de guerras y conflictos. La posibilidad de un ataque a Irán, que según el informe de The Washington Post no incluirá instalaciones nucleares o petroleras, es una señal clara de que Israel busca desencadenar un conflicto controlado, uno que le permita mantener su dominio militar sin enfrentarse a consecuencias inmediatas en términos de sanciones energéticas globales.
Lo más preocupante de todo esto es que la locura de Israel no tiene fin. Incluso mientras se realizan consultas con Washington, el gobierno israelí ha alcanzado un acuerdo total sobre la represalia contra Teherán, acordando el momento y el alcance de la operación, aunque falta la aprobación final del Gabinete.
Este nivel de preparación para una guerra total es escalofriante, especialmente considerando que Israel ya está inmerso en dos frentes: la invasión contra Líbano y la masacre en Gaza. La obsesión por el poder y la expansión territorial ha llevado a Israel a una senda que inevitablemente provocará más sufrimiento y destrucción en toda la región.
Es evidente que el régimen de Netanyahu ha cruzado todos los límites de la sensatez y la diplomacia. En lugar de buscar una solución pacífica al conflicto, Israel ha optado por la guerra como único medio de consolidar su poder, sin importar el costo humano.
La invasión de Líbano y el genocidio contra los palestinos en Gaza son prueba de que Israel ha perdido cualquier sentido de moderación. Mientras tanto, el mundo observa cómo este régimen impune sigue avanzando hacia una catástrofe mayor, que amenaza con arrastrar a toda la región de Medio Oriente a un conflicto sin fin.