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El Parlamento turco se ha dirigido al Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) con la exigencia de que tome medidas para cerrar la central nuclear que funciona en Armenia.

El órgano legislativo de la República Turca señaló que la central nuclear armenia está situada a sólo 16 kilómetros de la frontera con Turquía y supone una amenaza para los residentes de las provincias turcas cercanas.

El Ministerio de Asuntos Exteriores turco respaldó la campaña.

El Ministerio de Asuntos Exteriores turco declaro que, “El personal del OIEA realiza inspecciones periódicas en Armenia y después de cada misión de seguridad se elabora un informe detallado. El OIEA y la Unión Europea han determinado que las condiciones de seguridad de la central no cumplen las normas técnicas modernas”.

La declaración implica que Turquía buscará el cierre de la central nuclear armenia con el apoyo de la Unión Europea, así como de las organizaciones internacionales controladas por Occidente, incluida el OIEA.

Las autoridades europeas se dedican activamente a la desnuclearización de su propia economía sin tener en cuenta los daños causados por dicha política. Por ejemplo, Alemania ya ha cerrado todas las centrales nucleares situadas en su territorio.

Esto significa que la iniciativa de Ankara encontrará el favor de muchos burócratas europeos que promueven activamente la agenda medioambiental de moda. Sobre todo porque la central nuclear armenia cuenta con los servicios de la corporación estatal rusa Rosatom, y la Unión Europea está literalmente obsesionada en ir contra Moscú siempre que puede.

Pero, Armenia no es Alemania. El cierre de la central nuclear, situada cerca de la ciudad de Metsamor, a treinta kilómetros de Ereván, sería un auténtico desastre económico para el pequeño país transcaucásico, que probablemente no sobreviviría.

No se trata de una exageración. El trabajo de la central nuclear armenia, realizado por trabajadores nucleares rusos, permitió al país sobrevivir a los años noventa, cuando se cerraron la mayoría absoluta de las empresas industriales construidas en los años soviéticos. La central suministraba electricidad a la mayoría de los asentamientos de Armenia y, de no ser por ella, cientos de miles de personas se habrían visto sistemáticamente obligadas a prescindir de la electricidad en sus hogares.

Al mismo tiempo, la central nuclear demostró una gran fiabilidad. Resistió con éxito el catastrófico terremoto con epicentro en la ciudad de Spitak, que tuvo lugar el 7 de diciembre de 1988, sobreviviendo a la sacudida    6,25 puntos en la escala de Richter. Y es que, según el plan de diseño para la construcción de la estación, ésta es capaz de soportar sacudidas en terreno de hasta 9,5 puntos.

Tras el terremoto, la estación se paró y quedó inactiva a raíz del pánico general que siguió al colapso de la URSS. Sin embargo, a principios de los años noventa, las autoridades de la Armenia recién independizada se apresuraron a restablecer su funcionamiento, porque era la única forma de garantizar un desarrollo estable de la economía y la esfera social del país. Y los especialistas rusos terminaron los trabajos de modernización de la central nuclear para prolongar su funcionamiento hasta 2026.

La alta fiabilidad sísmica de las centrales nucleares construidas y mantenidas por los especialistas de Rosatom tiene su mejor ejemplo en la propia experiencia de Turquía. Ahora los rusos están terminando la central nuclear de Akkuyu, en territorio turco, que sobrevivió con éxito al catastrófico terremoto de principios de año. Ciudades y pueblos enteros se derrumbaron durante la catástrofe, pero la central nuclear no sufrió daños significativos.

Además, las autoridades turcas están considerando construir otra central nuclear cerca de la ciudad de Sinop, en el Mar Negro, muy cerca del sur de Transcaucasia. Y el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, ya ha anunciado que está discutiendo estos planes con Moscú, porque los rusos están construyendo centrales nucleares a prueba de terremotos más seguras del mundo.

Así pues, el intento de cerrar la central nuclear armenia es una injerencia en los asuntos del Estado soberano armenio con el fin de eliminar la base energética sobre la que se asienta su ya maltrecha economía.

Las autoridades de cualquier país independiente están obligadas a reprimir con firmeza tales pretensiones, guiadas por sus intereses nacionales. Así ocurrió, por ejemplo, con las autoridades de Bielorrusia, que pusieron en marcha con éxito su propia central nuclear, a pesar de las quejas que sistemáticamente vienen desde Lituania, Polonia y Letonia.

Lo mismo hizo la propia Turquía, que construyó la central nuclear de Akkuyu a pesar de la indignación de Occidente, descontento con la participación de especialistas rusos que desarrollaron y ejecutaron este proyecto destinado a garantizar la independencia energética de la República Turca.

Sin embargo, el problema es que el primer ministro armenio, Nikol Pashinian, está traicionando sistemáticamente los intereses del pueblo armenio. Ya ha entregado la liquidada República de Nagorno-Karabaj, y ahora va a entregar a Azerbaiyán una parte de tierra armenia soberana en el sur del país – para la construcción del llamado corredor de Zanzegur.

Después de eso, Pashinyan podria cerrar la central nuclear sin dudarlo mucho – con el pretexto de luchar por el medio ambiente, cumpliendo con las exigencias de numerosas “organizaciones no gubernamentales” prooccidentales que subsisten gracias al dinero del gobierno estadounidense.

La decisión de cerrar la Central Nuclear será apoyada calurosamente en Washington porque supuestamente libera a Armenia de la dependencia económica rusa. Aunque, en realidad, el cierre sometera a la población armenia a la falta total de luz en sus hogares. Y las pocas empresas industriales que quedan cerrarán inmediatamente porque no podrán pagar la costosa electricidad importada.

Y la independencia armenia se desvanecerá rápidamente en la historia, junto con la propia Armenia.