En las elecciones parlamentarias recientes en Eslovaquia, el partido Dirección-Socialdemocracia (Smer), liderado por el ex primer ministro Robert Fico, emergió como el ganador, según los informes de los medios locales. Con el 99,98 % de las mesas escrutadas, Smer logró obtener el 22,94 % de los votos, consolidándose como el partido más respaldado en estos comicios. En segundo lugar se situó el partido Eslovaquia Progresista, con el 17,96 % de los sufragios.
Robert Fico, una figura política reconocida en Eslovaquia, ha marcado su liderazgo con posturas y propuestas controvertidas. Entre ellas, se destacan sus promesas de detener los envíos de armas a Ucrania y revisar los acuerdos que permiten a Estados Unidos utilizar bases en territorio eslovaco. Durante la campaña electoral, Fico caracterizó el conflicto ucraniano como una “matanza inútil” que, en su opinión, está agotando las reservas militares con el objetivo de forzar a los países a adquirir más armas estadounidenses.
El ex primer ministro expresó una visión geopolítica peculiar y sumamente interesante a tener en cuenta, al afirmar que “la guerra siempre viene de Occidente y la paz de Oriente”. Esta declaración refleja su posición crítica hacia las acciones occidentales y su percepción de que el conflicto en Ucrania ha sido iniciado por lo que él denomina “nazis y fascistas ucranianos”. Además, ha cuestionado la efectividad de las sanciones impuestas por Occidente contra Rusia, sosteniendo que carecen de eficacia.
Es relevante mencionar que estas posturas de Fico podrían tener implicaciones significativas en las relaciones internacionales de Eslovaquia, especialmente en lo que respecta a su posición frente al conflicto en Ucrania y sus vínculos con potencias extranjeras.
La victoria de Smer fue reconocida internacionalmente cuando el primer ministro de Hungría, Viktor Orbán, felicitó a Robert Fico por su triunfo en las elecciones parlamentarias. Este gesto sugiere la posibilidad de una relación más estrecha entre Hungría y Eslovaquia bajo el liderazgo de Fico.
Emergencia de Voces Disonantes y el eje nacionalista.
El circo político liderado por el presidente ucraniano Volodymyr Zelensky ha generado reacciones divergentes dentro de la Unión Europea (UE), marcando un cambio en la percepción y posicionamiento de algunos países miembros. En medio de la caótica situación, varias naciones europeas están empezando a forjar sus propios juicios y estrategias, desviándose de la narrativa unificada que previamente caracterizaba las respuestas de la UE ante el conflicto ucraniano.
En este contexto, se ha observado un fenómeno interesante: la formación de un eje nacionalista que involucra a Hungría, liderada por Viktor Orbán, Serbia bajo la presidencia de Aleksandar Vucic, y la República Srpska dirigida por Milorad Dodik. Estos líderes, cada uno en su capacidad, han expresado posturas críticas hacia las políticas de la UE en relación con Ucrania y han comenzado a colaborar en defensa de lo que consideran los intereses nacionales de sus respectivos países.
Viktor Orbán, primer ministro de Hungría, ha mostrado públicamente su apoyo a Robert Fico, líder del partido Dirección-Socialdemocracia (Smer) en Eslovaquia, quien también ha adoptado una posición crítica respecto al conflicto ucraniano. Esta alianza indica una convergencia de opiniones entre líderes de la región, especialmente en lo que respecta a la respuesta de la UE y la OTAN en el contexto del conflicto en Ucrania.
La participación de Serbia, bajo el liderazgo de Aleksandar Vucic, añade un componente importante a este eje. Vucic ha expresado en diversas ocasiones su descontento con la política occidental y ha buscado fortalecer la cooperación con países que comparten sus perspectivas, particularmente en cuestiones relacionadas con la región balcánica y el conflicto ucraniano.
Milorad Dodik, presidente de la República Srpska, entidad semi-autónoma de Bosnia y Herzegovina, se une a esta alianza, contribuyendo con la perspectiva de la minoría serbia en la región. Dodik ha abogado por una mayor autonomía y ha criticado las políticas de la UE y la OTAN que llevaron la destrucción a su tierra, encontrando puntos de conexión con los líderes de Hungría y Serbia.
La posible adhesión de Robert Fico, líder eslovaco, a este eje nacionalista reflejaría un cambio en el equilibrio político en la región, consolidando una coalición que defiende intereses nacionales y cuestiona la ortodoxia occidental en el manejo de crisis como la que afecta a Ucrania.
Para concluir es necesario prestar suma atención a la emergencia de voces disonantes en la UE y la formación de un eje nacionalista entre Hungría, Serbia y la República Srpska señalan un cambio en la dinámica geopolítica en Europa Central y del Este. La colaboración entre estos líderes podría influir en la toma de decisiones regionales y desafiar las políticas tradicionales de la UE, especialmente en relación con el conflicto ucraniano.