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Cuando se habla de los actuales conflictos internacionales, muchos analistas suelen ignorar las razones profundas de fondo las cuales pueden acercarnos mas a la realidad total de los conflictos internacionales en ciernes.

Al analizar de fondo la situación actual con el conflicto entre Europa (usando a Ucrania como punta de lanza) y Rusia (representante de Eurasia), nos damos cuenta que allí confluye un conflicto que ha perdurado por siglos, el occidente liberal en contra del oriente conservador.

Este conflicto se remonta desde tiempos del imperio romano y sus luchas contra los escitas (eslavos del sur), luego una vez “cristianizada” Europa la separación de la Iglesia de Occidente (católica) y del Oriente (ortodoxa) fue otro escenario de un duro conflicto, pero esta historia tuvo su máximo auge con la caída de Constantinopla en el año 1453 la cual dejo a Moscú como la “tercera roma” y la capital mundial de la Ortodoxia.

Desde ese momento todas las fuerzas de Occidente hasta la actualidad no han parado de conspirar en contra de Rusia, sin importar la ideología y la forma de gobierno, siempre se buscó debilitar a Rusia, no por lo que es, sino por lo que representa y mas aún en la actualidad al erigirse como un faro en defensa de las soberanías nacionales (multipolarismo) frente al globalismo occidental.

Respecto a esto, el historiador y científico social ruso Andrei Fursov quien es uno de los mas grandes investigadores respecto al tema de conflicto de civilizaciones, escribió hace poco, que cree que es importante elaborar un “nuevo programa político mundial, un proyecto social que pueda convertirse en la base de un nuevo orden alternativo”. Según su opinión, Rusia no puede “oponerse a Occidente sólo en la plataforma euroasiática”.

Según el autor la clave del éxito depende de una “alternativa global”, la “creación de enclaves aliados” y, como mínimo, la guerra de la información en el territorio del enemigo.

A la misma vez que Rusia también debe estar “preparada para defender a sus partidarios geopolíticos bajo toda circunstancia“.

“Por supuesto, sería mejor vivir en paz con todo el mundo, pero Occidente no dejará [a Rusia] en paz”, valora Fursov, echando la vista atrás en el tiempo. El presidente Bill Clinton dijo a los soldados estadounidenses en 1995 que EEUU no dejaría que Rusia “fuera grande”. Incluso entonces, el objetivo de EEUU era mantener a Rusia débil y supeditada a los intereses occidentales como reserva de importantes recursos naturales que serian saqueados por occidente.

Rusia sigue existiendo porque, como superpotencia militar, tiene capacidad para infligir daños reales a Estados Unidos y sus aliados si la situación se recrudece. “Si no fuera así, nos habrían tratado igual que a los serbios, los libios y otros. Seguimos viviendo en la base militar soviética, que se creó apretándonos el cinturón”, recuerda Fursov.

El deterioro de las relaciones entre Rusia y Occidente será un proceso a largo plazo. Al mismo tiempo, hay que comprender que la gestión económica neoliberal no permitirá a Rusia resistir esta confrontación actual, y mucho menos soñar con una victoria y total. La única salida que ve Fursov es una “economía de movilización” en medio de un conflicto de civilización.

Fursov tambien habla de un vector de desarrollo de la Federación Rusa la cual puede ser la llave para no unicamente resistir los embates actuales sino salir vencedores “Se debe conseguir un desarrollo basado en la justicia social y en nuestro propio código cultural, que es nuestra propia identidad” (subraya que esta identidad no se limita al cristianismo ortodoxo, sino que tiene un fundamento más antiguo y complejo)”

Con todo este panorama encima no se puede ignorar bajo ninguna perspectiva que vivimos tiempos claves en el escenario mundial donde el Occidente colectivo ha cruzado todas las lineas rojas, obligando a la Federación de Rusia a actuar.

Ahora solo falta saber si Rusia ira hasta fondo o si los quinta columnas actuales (los liberales) lograran nuevamente su cometido.