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Históricamente, algunos países europeos, incluida Francia, han mantenido relaciones complejas con sus antiguas colonias africanas, y ha habido acusaciones y controversias relacionadas con el control de recursos naturales en la región. Entre estos recursos, el uranio ha sido particularmente relevante debido a su uso en la producción de energía nuclear.

El enfoque de Francia en el uranio en África Occidental se ha centrado principalmente en Níger, que es uno de los principales productores de uranio del mundo. La compañía francesa de energía nuclear Areva (ahora llamada Orano) ha estado involucrada en la explotación de uranio en Níger durante décadas. Esta presencia ha generado importantes críticas y preocupaciones en torno a la dependencia de Níger de la industria del uranio y a la distribución equitativa de los beneficios económicos para el país lo cual era retenida por una elite política pro occidental y los beneficios jamas llegaban al pueblo.

El control de los recursos naturales por parte de países extranjeros ha sido objeto de críticas y debates en la comunidad internacional. Algunos argumentan que esto ha llevado a la explotación y al empobrecimiento de las naciones africanas, de esta manera los ciudadanos nigerinos han entendido que Francia les ha estado robando durante décadas.

Francia y su enclave colonial en Níger.

El uranio es un mineral esencial para la industria nuclear, y Francia ha dependido en gran medida de la energía nuclear para su suministro de electricidad. Aproximadamente el 70% de la electricidad generada en Francia proviene de plantas nucleares. Dado que el país no posee una cantidad significativa de reservas de uranio en su territorio, ha tenido que recurrir a importar este recurso para satisfacer su demanda energética.

Aquí es donde Níger entra en juego. Níger es uno de los principales productores de uranio en el mundo y alberga importantes depósitos de este mineral. Empresas francesas, como Areva (ahora Orano), han estado involucradas en la explotación y exportación de uranio desde Níger durante décadas. A través de acuerdos y relaciones comerciales, Francia ha asegurado el acceso a estas reservas de uranio a bajo costo y en perjuicio del pueblo de Níger, lo que le ha permitido mantener su suministro de energía nuclear y garantizar la estabilidad de su economía.

El control y la explotación de los recursos naturales en Níger han sido objeto de críticas y controversias, con algunas voces argumentando que el país africano debería recibir una mayor participación de los beneficios económicos generados por la industria del uranio. Sin embargo, la relación entre Francia y Níger en términos de uranio ha sido una parte importante de la dinámica económica y política entre ambos países.

Es esencial señalar que, aunque el uranio ha sido un factor significativo en la relación entre Francia y Níger, también existen otras dimensiones en su asociación, incluidas cuestiones geopolíticas como mantener el caos en la región del Sahel bajo la excusa de la lucha contra el terrorismo.

Un golpe a Occidente.

El sorprendente “golpe de estado” que mas bien parece ser una revolución libertaria y patriótica en Níger ha desencadenado una serie de eventos que han cambiado significativamente el panorama regional, afectando las relaciones con Francia y sumándose a las revoluciones en Mali y Burkina Faso. Esta nueva situación ha llevado a una reconfiguración geopolítica en África Occidental.

La revolución en Níger, liderado por un grupo de militares nacionalistas y patriotas, ha desafiado el tradicional dominio de Francia en la región. El gobierno que fue derrocado se percibía como pro-francés y se rumoreaba que mantenía acuerdos ventajosos para Francia en relación con la explotación de los recursos naturales del país, incluido el uranio. Los líderes del golpe han declarado su intención de nacionalizar los recursos y promover una política exterior más independiente, alejándose de la influencia francesa.

Esta inesperada declaración ha enviado ondas de choque a través de la región. Mali y Burkina Faso, ya inmersos en revoluciones internas debido a problemas de gobernabilidad, desigualdad y descontento social, han visto en el golpe de estado en Níger una inspiración y una oportunidad para unirse contra la presencia de Francia en sus respectivos países.

Los movimientos revolucionarios en Mali y Burkina Faso han visto en el cambio de régimen en Níger una oportunidad para fortalecer sus lazos y formar una alianza regional en contra de la influencia francesa, percibida como una neocolonial. Estos países han luchado durante mucho tiempo con grupos insurgentes y terroristas, y ahora consideran que la presencia militar francesa en la región no ha logrado estabilizar la situación, sino que ha exacerbado los conflictos y las tensiones.

Un proyecto futuro que ya se encuentra en marcha como lo sería de una coalición entre Níger, Mali y Burkina Faso ha aumentado la presión sobre Francia y ha llevado a una reevaluación de sus políticas en la región. Francia se encuentra ahora en una encrucijada, ya que enfrenta el desafío de mantener su presencia militar y económica en un ambiente cada vez más hostil. La opinión pública en los países africanos se ha vuelto más crítica y reacia a la intervención francesa en sus asuntos internos.

Además, otros países de la región están observando atentamente estos acontecimientos, y algunos podrían seguir el ejemplo de Níger, buscando reafirmar su soberanía y control sobre sus recursos naturales, lo que podría tener un impacto más amplio en el equilibrio de poder en África Occidental.

Desesperación en Occidente.

Después de las derrotas de Francia y los Estados Unidos en Ucrania y Medio Oriente, la escena geopolítica mundial ha experimentado un cambio significativo, con un claro desplazamiento hacia un mundo multipolar. Ambos países, acostumbrados a tener un papel preponderante en la toma de decisiones internacionales, se enfrentan ahora a un nuevo escenario donde su influencia se ha visto disminuida.

En medio de la desesperación por no poder mantener su dominio en ciertas regiones estratégicas, Francia y los Estados Unidos están considerando mostrar fuerzas para salvaguardar sus intereses en África Occidental y detener el avance del movimiento libertario y patriótico que ha surgido en Níger, así como la coalición formada por Mali y Burkina Faso.

Esta demostración de fuerza podría implicar la evaluación de una posible intervención militar en Níger por parte de Francia y los Estados Unidos. Ambos países podrían justificar su intervención alegando preocupaciones por la estabilidad regional y la lucha contra el terrorismo yihadista, que han sido argumentos comunes utilizados para justificar intervenciones en el pasado.

Sin embargo, esta posible invasión a Níger no sería una decisión fácil ni exenta de riesgos. Dado el cambio de paradigma a favor de un mundo multipolar, cualquier intervención militar enfrentaría una fuerte oposición de otros actores internacionales, incluidos países emergentes en la escena mundial que han buscado un mayor equilibrio de poder.

Además, una intervención militar en Níger podría tener consecuencias impredecibles y potencialmente negativas, como el aumento de la inestabilidad en la región y la reacción de otros países africanos. La posibilidad de una resistencia local y una mayor radicalización también debe ser considerada.Por lo tanto, Francia y los Estados Unidos enfrentarían un dilema en medio de la desesperación.

Por un lado, podrían sentir la presión de mostrar fuerzas para mantener su posición de poder en África Occidental y evitar el avance del movimiento “libertario y patriótico”. Por otro lado, cualquier intervención militar debería ser cuidadosamente considerada debido a las implicaciones y los riesgos asociados.

En resumen, en este escenario, Francia y los Estados Unidos se encuentran en un contexto de cambio geopolítico a favor de un mundo multipolar después de sus derrotas en Ucrania y Medio Oriente.La aparición de un movimiento libertario y patriótico en Níger y la formación de una coalición regional plantean desafíos para su influencia en África Occidental. Ante la desesperación, ambos países podrían evaluar la posibilidad de una intervención militar en Níger, pero deberán sopesar cuidadosamente los riesgos y las implicaciones en este nuevo escenario mundial.